8/4/14

¡"QUE SIQUE", QUE NOQUE"...!


Leyenda urbana 


Se está hablando tanto del libro de Pilar Urbano antes incluso de que lo publiquen que corre el riesgo de que le pase lo mismo que al Quijote después de publicado: que han transcurrido cuatro siglos, todo el mundo lo conoce y todavía no se lo ha leído ni Cristo. Le he pedido a la editorial Planeta que me haga una campaña de promoción similar con mi novela y me han respondido que no tienen potestad para resucitar a Gila y luego fusilarlo bien. Según la versión que corre libremente por los mentideros, del golpe de estado del 23F estaban enterados el rey, Felipe González, Carrillo, los bedeles, prácticamente España entera excepto Tejero, que llegó al Congreso igual que Woody Allen el día aquel en que suspendieron la fuga general y se quedó solo en el patio vacilando a los guardias con una pistola de jabón.


Por primera vez en muchos años un libro de periodismo logra agitar el patio sin que le haya hecho falta ni un prólogo de Belén Esteban ni un epílogo de Marhuenda. Y eso que la teoría que maneja la conoce toda la profesión prácticamente desde el momento en que Tejero se desabrochó la cartuchera y la guardia civil se puso a alicatar el techo del parlamento. En el bar cercano al Congreso donde Escudier me lleva de vez en cuando a practicar la barra libre (el mismo donde tapean todos los periodistas, políticos, ujieres y camareros metidos en el ajo), la Leyenda Urbana ya la rebozaban el mismo 23F por la noche junto a las croquetas. Durante estas cuatro décadas la historia ha corrido de boca en boca más rápido aun que el perro de Ricky Martin.


Sin embargo, la distancia entre la letra escrita y la literatura oral sigue siendo enorme. La primera reacción de la crítica al libro sobre Suárez ha sido unánime: antes (o después) de leerlo, el teniente general Andrés Casinello ha dicho que "el libro está escrito por una histérica con afán de protagonismo y que es infame y nauseabundo". Lo cual, teniendo en cuenta que quien habla fue jefe de inteligencia de la Guardia Civil por aquel entonces, debería ir como recomendación en la faja de sucesivas ediciones. Algo parecido ocurre con otro de los secundarios de La gran desmemoria, Felipe González, que llama a Pilar Urbano “periodista desprestigiada con credibilidad bajo cero”, otra frase de faja que, cambiando el oficio de periodista por el de peluquero de bonsais, también podía servir de autorretrato.



















Con todo, el gran espaldarazo al libro ha venido impulsado por Gallardón, que se ha apresurado a aforar a la Familia Real, un golpe reflejo que nos ha dejado estupefactos a todos, especialmente a los jueces, que creían que éstos ya venían aforados de fábrica. Gracias a la Leyenda Urbana nos hemos enterado de que hay en España lo menos diez mil aforados, no necesariamente borbones, y todavía nos extraña que Esperanza Aguirre en lugar de derribar una moto, no atracase un banco. Le he preguntado a mi amigo, el abogado Ricardo Ruiz, si podrían aforarme también a mí pero me ha dicho que ya han cerrado el cupo.


FUENTE: Público.es
Punto de Fisión
David Torres
07 abr 2014


Permítanme un inciso para intentar aclarar el significado del verbo aforar.

Consultado el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, he hallado ocho acepciones diferentes para dicha palabra:



aforar.
(De foro).
1. tr. Dar o tomar a foro alguna heredad.
2. tr. Dar, otorgar fueros.
3. tr. Determinar la cantidad y valor de los géneros o mercancías que haya en algún lugar, generalmente a fin de establecer el pago de derechos.
4. tr. Medir la cantidad de agua que lleva una corriente en una unidad de tiempo.
5. tr. Calcular la capacidad de un receptáculo.
6. tr. Fís. calibrar (ajustar las indicaciones de un instrumento de medida con los valores de una magnitud).
7. tr. Col. y Hond. facturar.
8. intr. Dicho de una decoración teatral: Cubrir perfectamente los lados o partes del escenario que deben ocultarse al público. U. t. c. tr.
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Disculpen mi torpeza pero, a bote pronto, no conseguía ligar estos significados con cargos políticos o reales. A lo sumo, el más parecido para mí era el último: ése de ocultarle cosas al público; porque lo que yo entiendo por un aforado, es alguien que dispone de un claro privilegio al ser juzgado directamente por un tribunal superior, en lugar de serlo por los tribunales que juzgan al común de la ciudadanía, pero entonces caí en la cuenta de que, a lo peor, se podían otorgar fueros a personas, no sólo a territorios, provincias, ciudades... Así que volví al "Libro Gordo de Petete" y... ¡hete que sí!. La cuarta acepción de Fuero, claramente lo contempla:


Fuero.
(Del lat. forum, foro).
1. m. Históricamente, norma o código dados para un territorio determinado y que la Constitución de 1978 ha mantenido en Navarra y en el País Vasco.
2. m. Jurisdicción, poder. Fuero eclesiástico, secular.
3. m. Compilación de leyes. Fuero Juzgo. Fuero Real.
4. m. Cada uno de los privilegios y exenciones que se conceden a una provincia, a una ciudad o a una persona. U. m. en pl.
5. m. Privilegio, prerrogativa o derecho moral que se reconoce a ciertas actividades, principios, virtudes, etc., por su propia naturaleza. U. m. en pl.
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La actual constitución española reconoce este "derecho" tanto a los miembros del Gobierno como de los diputados y senadores, mientras que la Ley Orgánica del Poder Judicial lo recoge para los miembros del ámbito judicial, como el presidente del Tribunal Supremo y los distintos Estatutos de Autonomía para los cargos de las comunidades autónomas.

¡Hay que ver lo bien que se lo montan!

Miguel Ángel G. Yanes

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