Los chicos de la pandilla ya íbamos motorizados y él, apenas con 9 ó 10 años, pululaba siempre a nuestro alrededor. Se le saltaban los ojos ante aquellos caballos de metálica estampa. Y, un día, presa del desconsuelo, se decidió a robar uno: ¡el más viejo del mundo!... pero apenas lo pudo disfrutar. Nada más salir, dando bandazos, a la carretera, lo detuvo la policía.
- ¿Por qué la cogiste?
- Porque me dio pena. Siempre estaba allí sola.
Miguel Ángel G. Yanes
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