21/5/12

EL PARAÍSO PERDIDO DE LOS DELFINES

El mercado ilegal de la carne de delfín, la contaminación, la sobrepesca, la exploración petrolera y el aumento de la temperatura del mar peruano amenazan con desplazar a los delfines de uno de sus últimos refugios.


Estas perennes amenazas se unen ahora a la, todavía sin explicar,de , marea de cadáveres delfines que desde enero, no cesa en las playas del norte peruano. En total 877 han muerto según el Estado, pero podrían elevarse a 3.000 según denuncian las organizaciones ambientalistas.

Las primeras sospechas recayeron en el morbilivirus, un virus similar al moquillo canino que en 1998 fue culpable de la muerte de al menos 700 delfines en la costa atlántica de EEUU. Sin embargo, la ausencia de lesiones pulmonares en los ejemplares analizados no permite hasta el momento confirmar esta epidemia y el país está a la espera de un último análisis molecular que permita dar más luz.


Entre las causas del retraso del diagnóstico está el hecho de que el Estado tardó en reaccionar y no fue hasta la segunda quincena de abril que el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) tomó muestras para analizar su deceso.

"Las pruebas han descartado contaminación por metales pesados, pesticidas, infecciones bacterianas, falta de alimentos e interacciones con actividades pesqueras", informó el pasado miércoles el viceministro de medioambiente, Gabriel Quijandría, ante una opinión pública alarmada.

Aguas lotificadas

Mientras el Estado continúa sin una respuesta, la ONG Orca denuncia que 30 autopsias realizadas a delfines indican que murieron por "un síndrome de descompresión aguda" causado por las pruebas sísmicas que realizan las compañías petroleras para hallar crudo. Carlos Yaipén, el director de Orca, dijo que los delfines tenían hemorragias en su oído interno y fracturas.


Frente a la costa norte del Perú existen decenas de concesiones para la exploración petrolera que han lotificado las aguas (dividirlas en lotes). Entre sus propietarias se encuentran la estadounidense BPZ, la coreana SK Energy y Savia Perú, que cuentan con permisos de exploración en el área donde se registró la mayor mortandad de delfines.

BZP ha informado que realizó actividades de exploración pero éstas tuvieron lugar, según la empresa, algunas semanas después de que comenzara el fenómeno del varamiento de delfines.


Al respecto el Instituto del Mar del Perú negó que las muertes estén relacionadas con actividades exploratorias. Sin embargo, confirmó que los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) no obligan a las empresas que operan en el mar a detallar planes de contingencia para evitar la muerte de mamíferos marinos producto de las descargas de aire comprimido a gran presión, que generan un golpe de sonido a baja frecuencia que en su radio de acción les produce daños en el oído y derrames internos.

Mercado negro de carne de delfín

Stefan Austermühle, biólogo de la ONG Mundo Azul, ha seguido durante años a grupos de delfines que viven frente a las costas peruanas y es quizás uno de los que más conoce sus problemas.

Junto a su esposa, Nina Pardo, ha identificado más de 30 especies de ballenas y delfines que recalan en las costas peruanas para gozar del mar más rico en plancton del mundo. Esta riqueza ha convertido a Perú en el país con mayor número de delfines de pico largo, con más de 1.600 individuos fotografiados a lo largo de 180 kilómetros de costa entre Lima y Paracas.


Con la evidencia científica disponible hasta el momento, Stefan defiende que la hipótesis de una epidemia vírica es la más creíble dada la alta mortandad, nunca registrada en fenómenos asociados a la exploración petrolera.

El científico advierte a ELMUNDO.es que la misma cantidad de delfines que habrían perecido en esta supuesta epidemia (3.000) mueren anualmente en Perú fruto de su caza ilegal para ser consumidos a pesar de que está prohibido por ley desde 1996.

A la muerte de delfines para el consumo humano, se añade su caza para ser descuartizados y utilizados como carnaza para la pesca del tiburón. Además, muchos quedan enredados en las redes de pesca y otros son víctimas colaterales de la pesca con explosivos.


Información tomada de EL MUNDO.es - AMÉRICA
Beatriz Jiménez - Lima (Perú)

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