AINTZANE ARANGUENA / CHRISTIAN GONZÁLEZ
"¿Qué es un maldito?" Primera acepción del diccionario de la Real Academia Española: “Perverso, de mala intención y dañadas costumbres”. Segunda: “Condenado y castigado por la justicia divina”. Cuarta: “Que va contra las normas establecidas, especialmente en el mundo literario y artístico”. Por extensión, también en el musical.
"¿Son necesarios otros ingredientes, como el
tormento, la introspección, el aislamiento, la autodestrucción o el imán
de la oscuridad? ¿Hay que pasar a peor vida para ganarse el título de 'maldito'?
Algunos de los que siguen son seres luminosos". O, tras caminar por el
lado salvaje de la vida y hacer uso o abuso de sustancias legales y
prohibidas, decidieron buscar el interruptor para que se hiciese la luz.
"Quizás ninguno de los artistas se sienta identificado
con la maldita etiqueta, que aquí no es en absoluto peyorativa. Podrían
ser cinco como cincuenta", pero no queda otra que delimitar la finca con
algún marco, por lo que sus nombres podrían ser sustituibles e
intercambiables.
"Lo único que los une es que todos están vivos". Queda en manos de otros y otras —periodistas y programadoras musicales— juzgarlos como tales o no.
"Lo único que los une es que todos están vivos". Queda en manos de otros y otras —periodistas y programadoras musicales— juzgarlos como tales o no.
El Zurdo
“Hace no tanto publicó un disco maravilloso como 'La Ruleta China'.
Luego rehízo la banda. Por ahí andaba Charlie Mysterio. Me duele pensar
que, por equis motivos, no hemos podido disfrutar de su producción en
toda su plenitud”, reflexiona el periodista del Ideal, Eduardo Tébar.
“Tuve que llevar a cabo toda una labor de investigación y persecución
para poder comprar un ejemplar de la película documental El bosque
zurdo, interesante trabajo de Pedro Pinzolas para conocer la complejidad
de la persona de Fernando Márquez. En los noventa sacó una puesta a punto de sus canciones de la mano de Joe Borsani. 'Para ti' (Lollipop) se llamaba el disco: una pena, un horror”, se lamenta el colaborador de la revista Efe Eme.
El Zurdo simpatizó, valga la paradoja, con la Alianza
Popular de Vestrynge, el CDS de Suárez o el sucedáneo patrio del
Partito Radicale de Marco Panella. "Su vinculación con Falange Auténtica lo convertiría en un apestado, confesaba en una entrevista a Público". A ojos de otros, en un excéntrico que pasó de recoger firmas contra la ilegalización de "la Mesa de Herri Batasuna"
a plantear al "rollo azul" encuentros con los abertzales. "¿No decís
que sois antisistema?", le espetó a unos dirigentes falangistas antes de
que la propuesta cayese en saco roto.
"Desencantado después de más de una década de bandazos ideológicos, en 1998 rompe con la política", descubre a José Bergamín, distribuye su revista jüngeriana "El corazón del bosque", compone para la discográfica Siesta, edita cuatro canciones con Antonio Galvañ (Parade) y retoma su carrera en solitario.
"Desencantado después de más de una década de bandazos ideológicos, en 1998 rompe con la política", descubre a José Bergamín, distribuye su revista jüngeriana "El corazón del bosque", compone para la discográfica Siesta, edita cuatro canciones con Antonio Galvañ (Parade) y retoma su carrera en solitario.
Parade (Antonio Galvañ)
“Más allá de las gemas de La Mode o Paraíso, reivindico mucho lo que hizo con Pop Decó”, retoma la palabra Tébar, quien ensalza una “canción bandera” como La Exposición Internacional de los 80. “En mis sesiones, por ejemplo, suelo pinchar mucho su versión del Andy Warhol de Bowie. ¡La de gente que se me habrá acercado preguntándome quién estaba sonando!”, recuerda el periodista. Pues sonaba la voz del fundador de Kaka de Luxe, cuyo big bang desencadenaría la formación de Pegamoides, Fangoria o Radio Futura.
"Sus bandas eran efímeras, hasta el punto de que Pop Decó
certificó su defunción nada más terminar su primer y caótico concierto.
Fue entonces cuando abrazó la causa falangista, que proyectó una sombra
mediática que oscurecería su fertilidad artística": la crónica de la
nueva ola Música moderna (La Fonoteca / Walden), el libro de entrevistas Vainica Doble y sus composiciones para Kiki d'Akí y otros intérpretes, incluida la nómina de la discográfica Siesta.
“La historia se repite injustamente y condena al
ostracismo a los talentos que no gestionan con estrategia mediática su
continuidad en la primera línea de juego. Malditismo de libro que no
necesita ser asociado a un canallismo, sino a una libertad personal
ejercida hasta sus últimas consecuencias”, afirma el hombre orquesta Javi Bayo. “En unos tiempos en los que la carrera musical de un artista se vincula únicamente a su viabilidad comercial, el Zurdo
permanece en tierra de nadie".
"Una generación lo recuerda con respeto musical, pero sin olvidar del todo sus polémicas aristas personales. Y para otras no pasa de ser un nombre asociado a un pasado que cada vez interesa menos”, añade el DJ y arqueólogo musical, siempre excavando en busca de vinilos sepultados por el paso del tiempo. “Sin embargo, en Inglaterra sería objeto de culto”, sentencia Bayo.
"Una generación lo recuerda con respeto musical, pero sin olvidar del todo sus polémicas aristas personales. Y para otras no pasa de ser un nombre asociado a un pasado que cada vez interesa menos”, añade el DJ y arqueólogo musical, siempre excavando en busca de vinilos sepultados por el paso del tiempo. “Sin embargo, en Inglaterra sería objeto de culto”, sentencia Bayo.
Javier Corcobado
“Durante años se proyectó una imagen sobre él de
suicida constante que el propio Javier detesta. Lo he visto actuar en
escenarios de todos los tamaños imaginables. Ése es el Corcobado que me
sigue fascinando: el que se transforma, acalambra y exorciza cuando
agarra el micro, aunque cante para menos de cincuenta personas, además
de unir el amor al ruido y al bolero desde los tiempos en los que las
tribus acotaban el bien y el mal en la música. En ese sentido, fue un
visionario”. Definición certera y precisa de Eduardo Tébar sobre un artista singular que cabalgó a contracorriente y ahora camina con paso lento, pero firme y prolífico.
El pasado octubre, rescató en el Conde Duque de Madrid a "Demonios tus ojos",
que regresaba a los escenarios para interpretar treinta años después su
disco homónimo, flanqueado por Javier Almendral y los hermanos Colis:
Nacho y Javier. Tres meses después, comparecía en el Café La Palma
acompañado por Jaime Yakaman, guitarrista de México, donde el madrileño
es un semidios en su fidelísima parroquia. Para profundizar en su vida
al límite y tratar de subirse a su montaña rusa emocional, pueden leer
la entrevista en Público a Javier Corcobado "El amor es un pozo sin fondo, inexplorado como un agujero negro".
“Hasta hace no mucho, contaba con una banda poderosa, con parte de los músicos que hoy forman Leone”, prosigue el colaborador de Efe Eme, quien traza el perfil artístico de un crooner tan descarnado como desbordante —"Canción de amor de un día"
es una faraónica pieza de veinticuatro horas de duración—. “Con el
tiempo, ha simplificado su mensaje y su poética, pero sus discos siguen
garantizando ese verso asilvestrado que hace diana y una plasticidad al
jugar con los sonidos que debemos reconocerle. Por algo se proclamó Duque del Ruido a mediados de los noventa”, subraya Tébar.
Charlie Mysterio
Cavó su propia tumba el día de su parto
discográfico. No se había desperezado el siglo cuando Spicnic publicó un
álbum aparentemente póstumo que, en realidad, suponía el debut de un
dandi sesentero a lo Ray Davies con hechuras de Errol Flynn. "Su nombre
de guerra, Charlie Mysterio, anticipaba un enigma de la música patria",
alguien capaz de entrar por la puerta de atrás del mercado con un título
como "Los Caramelos 1988-1999".
"La desconcertante y anticomercial propuesta era toda
una declaración de intenciones": un músico con más de una década a sus
espaldas al frente de una banda de culto sin obra colocaba en los
estantes una treintena de canciones pop como quien dispara una escopeta
de perdigones, a lo loco. "Una edición hoy inencontrable, pasto de
coleccionistas, que no era otra cosa que un recopilatorio de maquetas de
diversa ralea".
Ahí estaban Franco Battiato, Jorge Ilegal
o el citado Fernando Márquez, con quien volvería a asomar la cabeza
años más tarde, al frente de La Ruleta China. "El Zurdo piropea a Charlie,
y Charlie corresponde al Zurdo, al incluirlo en un selecto club donde
figuraría el fallecido Antonio Vega, otro maldito con benditas
canciones". Detrás de bandas como Les Samourais, Uccelacci e Uccellini,
Capitoné, Los Peregrinus o Nebulosa, se esconde el Mysterio,
como ha firmado su último vinilo, editado por Munster Records. Pese a
su tardanza en debutar, "el tío más elegante de la capital ye-yé regresó
en 2014 como un fecundo espectro tras un eterno silencio discográfico".
Charlie Mysterio, de Los Caramelos.
De repente, lanzó el elepé "Esconde tus alas en la torre fantasma (Walden)" y los epés "Los Caramelos (Bobo Integral)" y "Hay jóvenes que queman billetes (Walden)". En 2017, en un doble salto mortal, publicó "Cicatrices de un cuento", al que seguiría una segunda entrega, también en casete y distribuida por Walden. Total: ¡veintisiete canciones! Huelga decir que Javi Bayo se abstiene de hablar sobre su compañero de micrófono, pues ambos han presentado en la radio de El Estado Mental un exquisito programa que lustraba las joyas de la cara B del pop iberoamericano,"Moscas y arañas".
“Su reciente disco con Munster y las cintas de Los Caramelos
son como un oasis en el desierto”, cree Eduardo Tébar. “Sus
grabaciones, a pesar de ser tan espartanas y rudimentarias, concentran
la magia y el fulgor elemental del pop”. Ojo: Charlie no se prodiga en
directo y, cuando lo hace, lleva las canciones de estudio a su terreno
—sea cual sea el que esté transitando en ese momento—, haciendo gala de
un falso amateurismo, pues para él ensayar es un tedio. “Algo propio de
un oficinista que se mete a roquero el fin de semana. Por ello, defiendo
la improvisación”. El símil lo acuña el propio artista. También la
mínima máxima: “No hay directo sin fallos”.
El periodista del Ideal, por su parte, establece comparaciones para ofrecer una idea aproximada —Charlie Mysterio es un arcano, crooner
anguloso al margen de la industria, órfebre pop de tapadillo, parco en
palabras y profuso en canciones: por eso lo de la idea aproximada— del
artista, quien en realidad no sería un maldito en toda regla, pero sí un
músico esquivo, evanescente y secuestrado por sí mismo, sin posibilidad
de rescate.
“Es un esteta, como el granadino Paco Chica o su colega Álvaro Muñoz”, apunta Tébar, en referencia al cantante de Dorian Gray y al fundador de Tarik y la Fábrica de Colores, ahora al frente de Summer Spreede. “Personajes en vía de extinción, vaya. Hasta el punto de que rastreo y compro todo lo que pincha en su podcast”, confiesa el colaborador de Efe Eme.
“Es un esteta, como el granadino Paco Chica o su colega Álvaro Muñoz”, apunta Tébar, en referencia al cantante de Dorian Gray y al fundador de Tarik y la Fábrica de Colores, ahora al frente de Summer Spreede. “Personajes en vía de extinción, vaya. Hasta el punto de que rastreo y compro todo lo que pincha en su podcast”, confiesa el colaborador de Efe Eme.
Emilio José
"La gran esperanza blanca del pop gallego se llamaba —y se sigue llamando— Emilio José. No obstante, un encontronazo con el ganador del Festival de Benidorm con Soledad,
de igual nombre, casi le hizo cambiar el suyo". Llegó a amenazar con
ponerle una denuncia por usurparle la identidad al músico de Quins
—Concello de Melón, ansiada República Tropical de Ourense—, pero al
final todo se quedó en nada.
El cantante melódico permanece sumido en el olvido, mientras que el autor de "Agricultura Livre (Foehn)" sigue epatando en sus performances,
pues a veces no son conciertos propiamente dichos. "Puede subirse al
escenario y, mientras el público aguarda que desgrane sus minimalistas
grandes éxitos, recitar o cantar una sola canción". Quizás la impresión
sea exagerada, aunque ya se ha escuchado de todo: parece que, además de
ir a su bola, en ocasiones va contra sus fans.
“Joven inconformista y demasiado inquieto”, escribe el crítico David Saavedra en el blog Perdiendo Mi Eje. “Un poeta romántico de personal lucidez en su sinceridad, su paranoia y su retranca [...]. 'Chorando apréndese (Foehn)'
no es un mero frikismo de estética feísta: es una obra introspectiva
que llega adentro y emociona. Un hito en la música popular gallega —y no
sólo gallega— que, me temo, lamentablemente se va a quedar como un
islote perdido en medio de la nada”.
Imagen identificativa en Twitter del periodista David Saavedra
Fernando Fernández Rego subraya en La Fonoteca que su ironía recuerda “a unos Resentidos pasados por un filtro minimalista”, sin olvidarse del tropicalismo. “Se aproximaría —salvando las distancias, Emilio es mucho más divertido— a El Guincho”, añade el autor del libro "50 Anos de Pop, Rock e Malditismo na Música Galega (Toxosoutos)".
Aunque su música es universal, sus letras son tan
personales como locales. Interpreta, graba, mezcla y produce en su
propia casa, con apenas un micro y un ordenador. Hace una década, se fue
de gira por España con lo puesto. “Con un presupuesto ínfimo, llegaba
al sitio donde quería tocar, con carteles hechos por él mismo que
anunciaban el concierto. No cobraba. Se alimentaba de barras de
cereales, y lo llegó a pasar mal con la ola de calor de agosto, porque
desconocía un detalle: en el rural español no tienen fuentes como las de
Galicia”, escribía la periodista María Yáñez en la revista Viralatas. “Cáceres, Murcia, Cuenca, Zaragoza… Emilio asegura que tiene ganas de repetir, pero en Azerbayán o en un país así”.
A Teresa Cuíñas, colaboradora de la revista Rockdelux,
el concepto de maldito le incomoda. “Quizá sea una cosa mía, porque me
resulta imposible calificar con una sola palabra una carrera y, más aún,
a un artista”, explica a Público la también redactora de la TVG.
“Entendiendo que esta denominación pudiese aludir a cierto devenir anómalo con respecto a los cánones. Característica, por cierto, que suele aumentar mi interés: para mí Emilio José es un maldito rutilante”, añade Cuíñas. “Si digo que es libérrimo me quedo corta. Tan capaz de plantar en los morros del público de un festival una críptica sesión de ruidismo e improvisación de una hora y media como de componer finas bossas novas en discos que manan a borbotones”.
“Entendiendo que esta denominación pudiese aludir a cierto devenir anómalo con respecto a los cánones. Característica, por cierto, que suele aumentar mi interés: para mí Emilio José es un maldito rutilante”, añade Cuíñas. “Si digo que es libérrimo me quedo corta. Tan capaz de plantar en los morros del público de un festival una críptica sesión de ruidismo e improvisación de una hora y media como de componer finas bossas novas en discos que manan a borbotones”.
Nacho Vegas
"Hoy Nacho Vegas no es un maldito, aunque vio como la etiqueta colgaba durante años de su chaqueta". Obviamente, no era el Fabrizio De André
español, ni falta que hacía: el gran cantante italiano falleció a los
cincuenta y nueve años y el asturiano, felizmente, todavía sigue
destilando canciones, que salieron de una introspección atormentada —el
amor y la muerte— al claro de la lucha social y —bienvenida sea—
panfletaria.
El autor de "Violética" no sólo está en plena forma, sino que hace una década ya dejaba claro que él no era nada de eso: “En estos tiempos, es un poco ridículo autoproclamarse maldito”, declaraba a Benito Carracedo en El Mundo. “Sí hay una especie de universo en torno al rock que da juego a que cualquiera se vea como maldito [...], pero no considero que esté en esa liga".
El autor de "Violética" no sólo está en plena forma, sino que hace una década ya dejaba claro que él no era nada de eso: “En estos tiempos, es un poco ridículo autoproclamarse maldito”, declaraba a Benito Carracedo en El Mundo. “Sí hay una especie de universo en torno al rock que da juego a que cualquiera se vea como maldito [...], pero no considero que esté en esa liga".
Mar Rojo, programadora de la Sala El Sol,
redunda en la idea. O sea, en cómo es realmente la persona y en la
figuración del artista inyectada a sus seguidores: “Aunque sé que Nacho Vegas no se considera un maldito, en su momento sí que lo imaginé como tal. No tanto por sus reconocidos usos y costumbres bohemios,
sino porque me transmitía una imagen un tanto atormentada y esquiva
—¿ir de negro y el perenne pitillo en boca ayudaban?—, mientras que su
pluma cálida me tocaba de lleno. Tanto cuando cantaba a lo personal —no
por ello menos universal— como cuando ha pasado a loar a lo(s)
colectivo(s), porque ya sabemos que la revolución no será televisada,
sino que la bailaremos juntas y muy probablemente nos la contarán en
Twitter”.
La alusión a las drogas en sus letras tuvo parte de la culpa. “En aquel momento, no sabía cómo sacarme aquello de encima. Sin embargo, es natural, porque al final hablas de las cosas que te obsesionan y que consideras importantes, hasta el punto de que terminan mandando en tu cancionero”, razonaba Nacho Vegas en esta entrevista.
“También es verdad que, a veces, se cargan mucho las tintas en cosas que no son tan importantes. Cuando hablaba de drogas, aunque sólo fueran un par de canciones, era considerado mi disco sobre drogas. Cuando he abordado cuestiones políticas, era considerado mi disco sobre política. Pero, obviamente, mi obra es mucho más amplia”.
"Etiquetas maldecidas e, incluso, mal dichas. O sea, malditas etiquetas".
FUENTE: publico.es
Henrique Mariño
Madrid - 02/03/2019
Madrid - 02/03/2019
Confieso que he colgado este artículo porque siempre he sentido debilidad por los "malditos", esos seres que el sistema denosta e intenta arrinconar o quitar de enmedio sin más, porque atentan contra su estructura, ya sean cantantes, poetas, pintores, filósofos o simples ciudadanos de a pie, descontentos y hartos de cómo los trata la puñetera "máquina social", devoradora de vidas y de sueños.
Reconozco que, de esos personajes, los únicos que me sonaban de algo eran Nacho Vegas y Emilio José (pero era "el otro"), a los demás no los había oído nombrar nunca. También es verdad que, con esta edad, ya no estoy en onda, aunque no me molesta volver a sintonizar con según qué cosas.
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