- Estoy margullando en la posibilidad de volver a embarcarme, me dijo.
Aquella palabra "margullando" vino a despertar ecos lejanos de mi infancia. Resonó en mi cabeza, con su timbre metálico, la voz de Juan, mi abuelo paterno diciéndome:
- Ya sabes nadar. Ahora tienes que aprender a margullir.
Fue un tarde de verano, a mediados de los años 60, en la piscina pública de Candelaria, cuando aún se accedía a ella libremente sin necesidad del pago de una entrada. ¡Tiempos aquellos!
Habíamos llegado a la villa mariana tras un periplo insular (vuelta a la isla) que realizamos a bordo de una guagüita (microbús, para los que no sean de aquí) que poseían Domingo y Menchu, hijo y nuera respectivamente de Natalia, a la sazón vecina y comadre de mi abuelo.
No recuerdo con exactitud cuantas personas viajábamos a bordo de aquel micro, pero, aparte de sus propietarios y sus ¿dos? hijos, iban también Natalia (la matriarca familiar), Librada, África... todos miembros de la misma familia, y como invitados, Juan y Melania (mis abuelos) y yo.
Iniciamos el recorrido de buena mañana, comenzando por el norte de la isla: La Laguna, Tacoronte, El Sauzal, La Matanza, La Victoria, Santa Úrsula, Puerto de la Cruz... para, regresando por el sur, recalar en Candelaria y, después de visitar la basílica y subir al camerino de la Virgen (hoy no quiero hablarles de las joyas, pero ya lo haré) dirigirnos a la piscina mencionada para darnos un chapuzón.
Allí, agarrado a los hombros de Domingo, crucé por primera vez aquel vaso seminatural de Candelaria, pero a la vuelta, mi soporte, viendo que me defendía bien, optó por hundirse y dejarme solo. Ante mi propio asombró, chapoteando como pude, alcancé el muro más cercano por mis propios medios. Ya sabía nadar.
Fue entonces cuando mi abuelo Juan, ayudándome a salir del agua, dijo aquella palabra, totalmente nueva para mí: "margullir".
Piscina municipal de Candelaria en los años 60
Margullir o margullar.
1.
v.
Nadar debajo del agua. Se tiraron a la piscina a ver quién aguantaba más tiempo margullando.
2.
v.
Meter bajo tierra un sarmiento largo sin separarlo del
tronco, dejando fuera el extremo, para que la parte enterrada eche
raíces y forme una nueva planta, acodar.
Ya en julio de 2010, y en este mismo blog, escribí una entrada titulada "margullir". Espero que sepan disculpar la redundancia.
Piscina municipal de Candelaria (2017)
Solo me resta agradecerle a Luchi que haya refrescado mi memoria, margullando (buceando) en la opción de volverse a embarcar.
Miguel Ángel G. Yanes
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