11/09/1973
(A Salvador Allende, in memoriam)
Con el fusil,
caliente aún,
entre sus nobles manos,
malherido expulsaba
por cada poro
caliente aún,
entre sus nobles manos,
malherido expulsaba
por cada poro
de su maltrecho cuerpo,
hasta la última gota
de furia,
de valor,
de rebeldía.
Aunque sus ojos,
envueltos ya
en la niebla
vidriosa de la muerte,
vidriosa de la muerte,
se aferraran
a un hálito de vida,
su helada frente
hervía
su helada frente
hervía
de rabia y de tristeza.
Un profundo dolor,
amplificado acaso
por la lluvia
de septiembre y el viento,
fue creciendo
en los rostros de un pueblo,
a punto ya,
de quedar sólo y huérfano.
Con un odio colérico
en sus vientres
de demoníaco acero,
sin piedad,
poderosos aviones
atacaron
el palacio y el alma
malherida y desnuda
de la patria.
Mientras,
una voz militar
gritaba su victoria,
dejando en la hediondez
del barro
del barro
que las bombas alzaron,
su maldita cosecha
de carne
ennegrecida:
ennegrecida:
Sucia mañana
Y a su paso quedó,
junto al cuerpo,
frío e inerte ya
del compañero,
bajo botas de horror,
del compañero,
bajo botas de horror,
rota y ensangrentada,
la libertad...
¡la sagrada libertad
de los humildes!
la libertad...
¡la sagrada libertad
de los humildes!
Pero no es
ese cadáver de hombre
necesario,
de patriota, de luchador,
de presidente,
ese cadáver de hombre
necesario,
de patriota, de luchador,
de presidente,
que contemplan absortos
los esbirros,
los rudos enemigos
de la paz,
de la verdad,
de la justicia...
de la paz,
de la verdad,
de la justicia...
Porque es luz inmortal,
sagrado pulso,
y fluye
desde las propias
entrañas
de los dioses,
y encarnará de nuevo
(que no les quepa duda)
en una mano firme
que los guíe:
y encarnará de nuevo
(que no les quepa duda)
en una mano firme
que los guíe:
Bajo furia y orgullo,
en esas calles
de un Santiago de Chile
masacrado,
en esas calles
de un Santiago de Chile
masacrado,
al calor de una tierra
que, colérica, tiembla,
ahora mismo,
en profundo silencio,
se está nutriendo
que, colérica, tiembla,
ahora mismo,
en profundo silencio,
se está nutriendo
de sangre y de cenizas.
Miguel Ángel G. Yanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario