Habrá padres que no dispondrán de tiempo para cocinar, y le pondrán a sus hijos lo más fácil que les resulte; otros les prepararán un simple bocadillo, refrescos, jugos o bollería; algunos (si pueden permitírselo) les darán dinero para que se compren algo, con lo cual la alimentación de los escolares perderá en calidad y equilibrio nutricional. Y hasta los habrá que dependan de la solidaridad de sus compañeros, e incluso quienes se queden sin comer. No lo duden.
Supongo que nadie vigilará ni controlará lo que comen, así que, a la larga, será un verdadero desastre que terminará repercutiendo en la salud y en el bienestar de los alumnos.
Atendiendo a otro tipo de cosas, ruego encarecidamente a mis amigas enseñantes (generalizo en femenino porque son mayoría con respecto a ellos, a los que también aludo) que, en lo posible, no se presten a medidas absurdas y desproporcionadas como éstas, dictadas en un determinado centro, no sé si por la dirección o por quién:
* La entrega, a principio de curso, de 3 paquetes de folios por alumno (¿Van a ponerse a vender folios en el Rastro o es que los niños van a escribir novelas?)
A todas éstas, estoy hablando de preescolar ¡que tiene delito! No vean ustedes en cursos superiores, multiplicado por varios hijos y con el añadido de libros, mochilas, chándales, etc. Todo ello con el tremendo problema de liquidez que arrastran las familias tras años de crisis, agravada, en la actualidad, por esa ráfaga de cañonazos-impuestos con la que, el gobierno, dispara sin cesar contra la línea de flotación de nuestra economía.
Un país dónde se rapiñan los presupuestos de sus principales pilares, atentando contra el futuro sanitario, educacional y cultural de la población, para sacar adelante a la Banca, a la Casa Real, a la Iglesia, a la Aristócracia, y a otros parásitos y chupópteros de diversa índole, va de cabeza a la ruina económica y social.
Señores de las dos manos derechas, tómense un respiro para pensar; caigan en la cuenta de que todas las revoluciones empezaron siempre de la misma forma: cuando los poderes fácticos oprimieron tantísimo a los pobres, que éstos, sin nada ya que perder, se lanzaron a la calle desesperadamente. Así que, los que tengan barba póngala en remojo, y los que no, pongan otra cosa, porque si la cólera del pueblo se desata... ¡no se salva ni dios!
Miguel Ángel G. Yanes
Entiendo tu sentir, es el de muchos de nosotros.. impotencia.. ante el hecho de que tengamos que pagar como siempre
ResponderEliminarlos de siempre
Un saludo te vi en juglar y me acerque..
me quedo..
¡Muchas gracias! Bienvenida a aqueste blog desde donde intento poner mi granito de arena.
ResponderEliminarNo piensan, amigo mío.
ResponderEliminarSólo actúan según sus intereses y la soberbia es tan grande que no escuchan la voz del pueblo, cansado y harto de ser exprimido.
La situación tiene que cambiar. "¡La esperanza me mantiene!"
Gracias por tu visita a mi lugar. Siempre un placer.
Un abrazo.