Lo de “Turoka” es una licencia que me he permitido en alusión a “Turok”, El Guerrero de Piedra, de Editorial Novaro que, allá por la década de los 60, formó parte de nuestra iconografía infantil de héroes de lo que, en las Islas, dimos en llamar “colorines”, en clara alusión a sus portadas a todo color (en aquellos años, las páginas interiores aún se editaban en blanco y negro) y que en otras latitudes denominaron comics, tebeos, historietas…
¿Qué niño de aquella época no recuerda el formato apaisado del Capitán Trueno, El Jabato o El Cosaco Verde?
Fueron las aventuras de Turok de las primeras, que yo recuerde, en aparecer en formato vertical y con las páginas interiores coloreadas, lo que daba un plus de belleza e intensidad a sus andanzas, siempre ambientadas en la Edad de Piedra y rodeado de todo tipo de dinosaurios.
Contemplando las obras de ejecución del viario y rehabilitación del Barranco de Santos, no sé si es bueno o malo que las márgenes y los aledaños del mismo se hayan cubierto de piedras de arriba abajo; estéticamente es bastante discutible, por lo que tampoco voy a entrar a dilucidar si resulta denso, feo y monótono o sus correspondientes antónimos, pero lo que sí sé, es que no se ha dejado un margen para la vegetación, para que descienda o trepe, igual me da, y cubra en parte, las desnudez vertical de sus paredes.
Por mucho que se haga mención en el Proyecto de Rehabilitación del Barranco, al “descubrimiento de su roca natural y reimplante de vegetación”, tengo la sospecha de que nadie ha pensado revestir vegetalmente todos esos muros cuya visión… ¡cansa!
Miguel Ángel G. Yanes
30/07/08
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