19/4/20

EL LIBRO EN BLANCO

Mi amiga y excompañera laboral, Rosi Bethencourt, me ha invitado a visitar "El libro en blanco", una peculilar libreria-cafetería ubicada en la actual calle de Juan Pablo II (me pasa lo mismo que con la de General Mola; por mucho que denoste la dictadura, siempre me va a venir a la boca 18 de julio, y es que ha sido toda una vida conociéndola por ese nombre) en una antigua casa de dos plantas y techos altísimos, donde los libros esperan anhelantes la visita de unos seres (dioses o demonios ) que los resuciten.

Habiéndome borrado, tiempo ha, del precario ambiente cultural de esta ciudad nuestra de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, me ha resultado gratificante en extremo conocer la existencia de esta librería-cafetería, 

que  viene a tomar el relevo, tras x años de su desaparición, de la que crearon mis amigos los ciudadanos alemanes Frank y Monika Haller (traductores ambos) en la Rambla de Pulido.

Habida cuenta de que no existía consulado de Estados Unidos en esta ciudad (creo que sigue sin haberlo), Frank se encargaba oficiosamente de gestionar todos los trámites de los ciudadanos estadounidenses que por aquí pasaban, lo que motivó que le colgaran el sambenito de "hombre de la CIA", algo que, ciertamente,  no puedo aseverar ni desmentir.

Frank Haller, risueño y dicharachero, era un emprendedor nato, No sé de donde sacaba tiempo para abarcar tantos campos como abarcaba: la librería, las traducciones, las gestiones consulares e incluso una inmobiliria de la que era agente. Su mujer, Monika (una belleza en toda la extensión de la palabra) era todo lo contrario: tímida, callada... seria; tal vez porque no conseguía manejar con soltura el idioma castellano, y su universo se circunscribia a Frank y a un reducido número de amigos y compatriotas. Sus ojos transmitían una infinita tristeza que dolía.

Un día, de buenas a primeras, cerraron la librería y desaparecieron sin más. 

Es por ello que me ha alegrado ver que alguien había recogido aquella vieja antorcha para darle un soplo de aire renovador a nuestro casi nulo ambiente cultural, y es que obviando el Festival de Música Clásica y algún que otro evento ocasional,  un muermo invade esta ciudad; nada comparado con el creciente movimiento cultural de la vecina capital grancanaria. Creo que unos determinados señores deberían avergonzarse. No voy a dar nombres para no hacer sangre.

Miguel Ángel G. Yanes








 
Alfredo Turrado: Candelaria. Traducido al inglés por Frank Haller y Monika Haller. Santa Cruz de Tenerife 1987.

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