Cuando la patrulla militar fue a confiscar la biblioteca del profesor Barrera,
no encontró la abundante literatura subversiva que esperaba. Pero
incautó, por sospechoso, un libro que valía por varios: "Las armas secretas", de Cortázar.
El afectado quiso defenderse: —Esa es una obra de ficción… Y vino la rápida respuesta: —No me digas. ¿Y de eso se alimentan los profesores?
De pronto, un soldado que seguía hurgando en los estantes se acercó al teniente y, con actitud triunfalista, le susurró: —He encontrado otro libro del mismo autor. Se llama "62 / Modelo para armar". La orden fue casi automática: —¡Terrorista de mierda! Llevémoslo también. Allá tendrá que explicar las claves.
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