9/1/17

¿SOBRAN POETAS?

El malagueño café Carpe Diem acoge sesiones de micrófono abierto para poetas.
Fotografía de ALBERTO ESCABIAS 
 
Según el reloj, son casi las nueve y media de la noche. Delante del sofá del Aleatorio! Bar, en el número 7 de la calle de Ruiz, en Madrid, recitan los abonados a las jams que allí se convocan los miércoles. La media de edad en el Aleatorio roza los veintidós años, y allí se dejan ver barbas, pelos largos (sueltos o con moño), sombreros, gorros y estilos más o menos bohemios. Pero hay excepciones, como Valentín Nueda, cantante de ópera jubilado, o Claudio David Lier, poeta argentino que ofrece su libreta a quien se cruza en su camino para que escriba en ella lo que le venga en gana. Sergio Puerta, un joven poeta, recita en público por primera vez: “Son estas hojas en blanco el muro de las lamentaciones”. Aunque la poesía factura hoy menos que hace dos años, según el Gremio de Editores, la publicación de volúmenes crece: 921 títulos nuevos, en España, el año pasado.


“No hay burbuja, porque la burbuja es algo que surge artificialmente, carente de fundamento, como la burbuja inmobiliaria. Y la mejor poesía que se está escribiendo hoy es en inglés, español y portugués. Estoy maravillado, con los poetas mayores y con jóvenes como Erika Martínez o Claudio Rodríguez. Si algo hay, es una crítica cobarde y acomodada: en unos valores consensuados y en la amabilidad con las grandes editoriales”, responde Manuel Borrás, editor de Pre-Textos, al teléfono. Han pasado solo dos días desde que el Ministerio de Cultura le premiara con la Medalla de Oro al Mérito de Bellas Artes.
Si algo hay, es una crítica cobarde y acomodada: en unos valores consensuados y en la amabilidad con las grandes editoriales

Poetas lejanos visitan Madrid para participar en varios recitales. Pablo Benavente nació en 1989 en La Línea de la Concepción, en Cádiz, pero fue en Granada donde quiso tener lo mismo que había visto en la capital. No fue tarea fácil. “Cuanto más visitaba Madrid, más me dejaba allí al volver”, reconoce. Al final, como el dinero escaseaba (y escasea), lo más viable era emular en Granada lo que había vivido fuera de ella. “Yo quería un sitio donde poder leer, entrenar la dicción, ver si lo nuevo que iba escribiendo gustaba”. Después, cuando vio la respuesta de la gente, surgió la intención opuesta: mover la poesía, que Granada recuperara su lugar, no sólo en el académico e histórico.


Y del sur, aunque de Málaga viene Kris León, firmante de Animal de deseo. “Cuando empecé a recitar, hará unos siete años, apenas se conocían las jams de poesía o micros abiertos. Es algo que paulatinamente se ha ido trasladando del plano musical al literario y, sin duda, ha ayudado a que muchas personas de todas las edades que no leían poesía se acercaran con naturalidad, e incluso se engancharan”, aclara la poeta. El músico y componente de Vetusta Morla, Guille Galván, también dedicado recientemente a la poesía, opina que “ojalá todas las burbujas sean poéticas” .Al fondo del Aleatorio, apoyado en una columna, un tipo aplaude irónico. Se huelen los egos y se reflejan en el techo espejado del bar. “Hay ataques de narcisismo por todo el mundo y en todas partes. Y en algo tan subjetivo, intuitivo, personal, entendible, popular y asimilable como la poesía, cada voz tiene un valor absoluto”, detalla Escandar en su conversación.

Todo empezó en la red


Internet ha querido juntarlos a todos. “Llevaba años publicando mis textos y poemas en un blog, después di el salto a las redes sociales y mis publicaciones comenzaron a ser muy compartidas y recomendadas”, recuerda Elvira Sastre, precursora de la denominada nueva poesía, esto es: nacida al calor de Internet y las redes sociales. Un día subió un vídeo a YouTube recitando en su habitación, sin música ni imágenes, y se volvió viral. “A los pocos días, la editorial contactó conmigo y me propuso publicar el que sería mi primer libro”, expresa Sastre, quien ahora lanza La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (Visor, 2016) y reedita en edición especial su obra más conocida: Baluarte (Valparaíso, 2014).


Para Benavente, con un pie en las jam y en las redes sociales, sí “hay una clara y gran burbuja de poesía”. Óscar Sejas, poeta y firmante de Pasaporte, agrega: “Se escucha que la poesía está de moda y está claro que cuando algo se pone de moda es fácil que se apueste por ello”. La editorial con la que firmó, Argonautas, solo había publicado ocho títulos cuando dijo adiós este verano. Los responsables de la editorial colgaron una nota en la red explicando los motivos: “La crisis existía en este país desde antes de que los políticos le pusieran rostro, aunque cierto es que desde entonces no ha hecho más que crecer. La desprotección y marginación de la cultura, los impuestos abusivos que apuntan contra el que menos tiene, el dichoso IVA cultural y un largo etcétera. Esa es nuestra crisis”. Una crisis cultural y social a la que trataron de imponerse cuando, en 2015, decidieron apostar “única y exclusivamente” por autores noveles. Llegaron a un punto en el que no les era posible continuar acumulando pérdidas y deudas.

Partiendo de las cifras que dejaba 2013, los títulos de poesía y teatro habían facturado 8,07 millones de euros. Cifra minúscula si se compara con los 218,66 millones de euros que había facturado la novela contemporánea en ese mismo año. Dos años después, el verso y el drama facturaban aún menos: 6,65 millones de euros. A pesar del descenso, en 2013 se editaron 812 títulos de poesía, hasta los mencionados 921 volúmenes editados en 2015. Esto es: el camino inverso. Cada libro de poesía ronda los 12 euros.
Hay oportunismo. Nosotros publicamos a los autores noveles y, en cuanto venden, las grandes editoriales se los llevan

Elena Medel dirige la editorial La Bella Varsovia desde 2004. “Cuando publiqué mi primer libro —hace tres lustros— ya existían tanto premios abiertos a nuevos autores como editoriales interesadas en otras escrituras. Pocos años después, a mediados de la década, empezaron a surgir proyectos, con una clara vocación de difusión de autores que empezaban o que aún no habían destacado”, cuenta la también poeta. 


De hecho, ese mismo 2015, la editorial Espasa anunciaba la nueva colección de poesía (Espasa Es Poesía) con la siguiente premisa: Se viven tiempos adversos, pero no para versos. Loreto Sesma fue una de las aclamadas poetas que inauguró su colección. “Está en las listas de los más vendidos en un momento en el que las ventas de libros no son como antes, y sus obras tienen tiradas por encima de los 7.000 ejemplares, lo cual es mucho decir en poesía”, destacaba Belén Bermejo, editora de Espasa, en el Hay Festival de Segovia.


Borrás reconoce, en movimientos como ese, algo que le ha ocurrido varias veces a lo largo de sus cuatro décadas de carrera: “Más que burbuja, hay oportunismo. Nosotros publicamos a los autores noveles y, en cuanto venden, las grandes editoriales se los llevan. Está muy bien hacer una buena edición de Göethe, pero hay un editor, de una pequeña editorial, que le descubrió, y gracias al que estamos leyéndole hoy. Ese es un trabajo que hacemos nosotros, no las grandes firmas”. Los más de cien manuscritos que Pre-Textos recibe cada mes les persuaden de buscar a sus nuevos talentos, como ocurre en otros casos, a través de las redes sociales.


“Siempre ha sido el momento de publicar poesía. Las editoriales son negocios, así que mientras ellos se aseguren de que habrá compradores de ese libro, publicarán. Así de sencillo y triste”, agrega Sesma. Marcus Versus, editor de la firma Ya Lo Dijo Casimiro Parker, recoge el guante: “Si alguien quiere hacer negocio con la poesía tendrá que pensar en publicar libros ignorando la calidad poética”. Lo mejor no es lo que más vende.

FUENTE: ctxt.es
Cultura - Artes y Letras
Carlos H. Vázquez
28/12/2016

Nunca sobran poetas, ni filósofos, ni soñadores... si acaso, políticos, curas,  militares... y una larga lista en la que, curiosamente, no puedo incluir a terroristas o sicarios porque, aun siendo los primeros en sobrar, no están bajo el paraguas del Sistema (al menos oficialmente).

Los primeros enseñan a pensar, los segundos solo a obedecer, y los terceros, a que vivamos continuamente acojonados y, en ocasiones, siguiéndole incluso el juego a los estados.

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