El cineasta, uno de los ‘fundamentales’ del cine mundial, paga la deuda que tenía con su tierra con su nueva película, ‘Jota de Saura’, y de paso denuncia el desprecio hacia la cultura por parte de nuestros políticos.
"Estamos perdiendo el tren de la cultura"
Carlos Saura y Luis Buñuel son los cineastas más grandes que ha tenido España y dos de los más importantes del mundo. La afirmación no es exagerada, aunque en nuestro país pareciera que durante decenios pocos se han dado cuenta. Ahora, el primero, este genio innovador, moderno, sabio con la cámara, de curiosidad infinita, reconocido con los más altos galardones en todo el mundo, sigue imbatible -terco aragonés- con 84 años y una nueva película, Jota de Carlos Saura, y “muchos proyectos frustrados”.
“Si fuera francés todo sería más fácil”, dice con su cámara colgando del cuello –“tengo más de setecientas”-, una digital ligera, preciosa, y con una vitalidad envidiable. “No sé qué son estas películas”, confiesa, refiriéndose a la serie que comenzó con Gades, con Carmen y El amor brujo, y ha seguido con Flamenco, Tango, Fados, Salomé… “Esta película, Jota, se la debía a mi tierra. ¡Me lo han reprochado tantas veces! Me han preguntado muchísimas veces: ¿Y para cuándo la jota?”
Está haciendo una especie de trabajo de
recuperación con estas películas, ¿no pretende también un poco hacer una
labor de renovación, de actualización del folclore?
Sí. Artistas de los que participan en las películas y
muchos expertos están de acuerdo conmigo en la necesidad de la
renovación. No hay que falsear las bases, pero sí hay que renovar. Yo, a
veces, hubiera llegado todavía más lejos, pero todavía no he podido. Ya
se lo decía a Gades, “en el flamenco no bailes siempre igual”, pero él…
De todas, ¿alguna ha sido más complicada?
La más difícil fue Fados, aunque los fados me
han gustado desde que era niño, en España entonces se pusieron de moda,
pero yo tenía muy poca información cuando hice la película. También
tengo recuerdos desde la infancia de jotas. De pequeño me llevaban a
concursos de jotas, una vez fui a Mora de Rubielos a una reunión de
grupos joteros del mundo entero. Y me acuerdo del calor que hacía y de
las chicas con esos refajos que algunas se desmayaban, claro. Esta
película, Jota de Carlos Saura ya se ha vendido a siete países, a China, Japón, Alemania, Turquía… Y yo estoy contento por los productores.
Con estas película ha recibido el reconocimiento que siempre le dieron en el extranjero y le negaron en España, ¿cómo lo siente?
Bueno, todo llega en la vida. Ahora todo el mundo dice “¡qué buena era La caza!”,
pero cuando se estrenó en Berlín (donde ganó el Oso de Plata al Mejor
Director), un crítico español vino y me dijo: “Vaya mierda de película
que ha hecho usted”.
Hay casi unanimidad en que es su mejor película, pero no es la que más le gusta a usted, ¿cuál es su favorita?
Ahora Io, don Giovanni, porque reúne todas las
cosas que me atraen, y la falsedad del cine dentro del cine, los
artificios… Debería hacerse cine a lo Buñuel, a lo Bergman, a lo
Fellini, no conformarse con lo costumbrista, con lo de siempre.
Y ¿no cree que es justamente esa la tendencia que prevalece?
Sí. La mayor parte de las película son muy
previsibles, nada más empezar ya sabes qué va a pasar y cómo. Pero eso
es lo que demanda el público, sobre todo el de televisión. La televisión
es lo que está machacando el cine. Y nosotros tenemos el problema de
que estamos en manos de las televisiones.
Entonces usted…
Yo soy una excepción. He hecho más de cuarenta
películas y todavía me sorprendo. Sobre todo porque siempre he hecho lo
que me ha dado la gana, menos con mi segunda película, Llanto por un bandido, que la destrozaron en Italia. Yo había hecho una película con influencia de Kenji Mizoguchi y… Por eso luego hice La caza, que controlé completamente. Siempre me he sentido un privilegiado en el cine y en la vida.
¿Incluso ahora?
Ahora las cosas están… La cultura de este país no
interesa para nada y gracias a que hay algunos francotiradores. ¿Qué
político de hoy ha hablado de la cultura? Ninguno. Es impresentable.
Cuando sales fuera de España en muchos sitios conocen al Real Madrid y
al Barcelona, pero no en todos, pero sí se conoce en el mundo entero a
Cervantes, a Picasso, a Miró, a Gaudí… Eso es lo que queda de España.
Los políticos piensan que la cultura es una cosa de vagos.
¿No cree que algunos políticos han conseguido incluso que muchos españoles también crean eso?
Claro. Pero esto viene desde la educación. Si no se
cambia desde abajo del todo, no va a cambiar nada. Últimamente viajo
mucho a París, allí es todo estímulo para la cultura. Cuidan los lugares
culturales, hay cines por todas partes, librerías en casi cada calle… A
mi hermano, el gobierno francés le ofrecía un estudio para que pintara
allí. Nosotros estamos perdiendo el tren de la cultura y perdiendo a
mucha gente con talento que no recibe ningún estímulo.
En los últimos años se ha dedicado a este cine musical y al que usted llama ensayos sobre personajes, Buñuel y la mesa del rey Salomón, Goya en Burdeos… ¿qué pasa con el proyecto sobre Picasso?
Se cayó una vez y entonces escribí un nuevo guion
con Ray Loriga, que está completamente paralizado. Antonio Banderas se
debe estar cansando ya, además ahora se dedica a sus perfumes. Tengo
otro guion sobre Felipe II. Si fuera francés o alemán, tendría todas las
facilidades para hacer cine, pero aquí, no. El proyecto de Felipe II es
más difícil que el de Picasso porque va contra la idea de ese Felipe II
maravilloso que han descrito. Bueno, eso ya me pasó con Lope de Aguirre
(El Dorado), me llovieron las críticas por el retrato que hacía de él.
Ha debido acostumbrarse a tanta crítica, porque le han caídos durante años por todos los lados ¿o no?
A mí me importa un pepino el estilo y lo que digan
de él, pero me atacaban, incluso algunos grandes cineastas españoles,
porque defendía el cine de autor. Y para mí, el autor es el que se hace
responsable de lo que hace. Y, por otro lado, yo tampoco me he defendido
mucho. Una vez recibí una carta de Ángel Fernández Santos que criticaba
una de mis películas. Y le pregunté por qué hacía eso. Me contestó que
éramos amigos y que yo era bueno y por eso a mí me exigía más. Es
verdad, me caían por todos lados.
¿Tiene ganas de volver a hacer una película de ficción?
Sí, claro, tengo varias ideas, pero cada vez es más
difícil. Tengo muchos proyectos frustrados. Antes era más fácil, cuando
tenía unos productores fijos, Elías Querejeta, Emiliano Piedra, Andrés
Vicente Gómez. Y, por otro lado, hoy cualquiera puede hacer una película
con un teléfono móvil, así que…
Siempre dice que ve poco cine, que tiene poco tiempo...
FUENTE: publico.es
Begoña Piña
Madrid - 05/10/2016
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