Cual vegetales pulpos,
Plantas de áloe flotan
Sobre las crespas olas;
Hartas de mar esperan
Arraigar en la orilla
-Absurdo intento- porque
El oscuro vientre
De la arena no es fértil,
Y nada se aguarece
En su infecunda entraña.
Condenadas a muerte
Quedarán retorcidas
Sobre la ardiente playa,
Como duros sarmientos,
Como viejas maromas,
Como rejos resecos
Bajo el peso del sol
Con que el verano marca,
Inefable y rotundo,
El final de sus días.
En esas disquisiciones
Me hallaba, cuando al rato,
Rompiendo con mi lógica,
Apareció una anciana
Recogiendo una a una
Las mortecinas plantas
Que arrojó la marea,
Y, delicamente,
Las apretó con mimo
Contra el marchito pecho.
Cuánta ternura –pensé-
Tendrá un jardín o acaso
Una azotea repleta
De macetas vacías,
Latas o jardineras.
Pero, ante mi asombro,
La señora tiró,
Sin contemplaciones,
Los vegetales pulpos
A la puta basura.
Miguel Ángel G. Yanes
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