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Principio de Incertidumbre
Asco en el Tahrir pamplonica
Es cierto que desnudarse en una plaza infestada de orangutanes borrachos no parece lo más inteligente del mundo; pero la candidez (o la estupidez) no es un delito. Sí lo es, sin embargo, la agresión o el acoso sexual.
Esta fotografía pertenece al chupinazo de Sanfermines de este año. No sé realmente qué veo, si la chica se desnudó libremente (bien) o la desnudan. Lo que sí veo son unos dedos de naturaleza absolutamente amputable bajándole el pantalón por detrás, y una marea de orcos, con aspecto de gente de reposadas lecturas, supurando babas y gruñidos a su alrededor. Luego se ven pares de manos que se dirigen hacia ella con algún tipo de licencia de barra libre carnal que no alcanzo a comprender. No sé el caso de esta foto en concreto, pero hay muchas parecidas circulando alegremente esta semana. En algunas se ven a chicas intentando bajarse las camisetas y apartarse las hordas de manos zombis que las acosan. Otras sonríen (si es con sinceridad y asentimiento, bien de nuevo). Lo que parece improbable es que todas esas jóvenes hayan dado su permiso para ser manoseadas por una turba de salidos.
Se han cubierto muchas informaciones hablando de tocamientos y agresiones sexuales en las concentraciones de la Plaza de Tahrir en Egipto pero, en la plaza de Pamplona, parece que sin llegar a esos extremos no faltan vocaciones para dejarse llevar por algo más que el machismo y el contoneo espartano de macho cabrío.
Si ves a alguien quitarse una camiseta, eso no te autoriza a recorrer su cuerpo con impunidad y moco erecto incontenido; algo así se debería estudiar en alguna asignatura impensable que se llamara Educación para la ciudadanía o Lecciones para no ser un perfecto gilipollas. Ambas de improbable estudio ya, ni siquiera como optativas. Lo único claro es que estos episodios y otros aun más graves están ahí año tras año, en esa festividad de toro, alcohol e imaginaria teta de autoservicio. Y así lo denuncian varias plataformas de mujeres contra la violencia sexual de Pamplona, que se esfuerzan por sensibilizar contra estos actos. ¿Es o no es para llamar frígidas y reprimidas a estas feministas trasnochadas? Si estamos en fiestas, joder, dejad a los muchachos que se diviertan.
Llego a este último párrafo y me arrepiento del primero, miren lo que les digo. Porque pienso que yo mismo me he quitado la camiseta en algún concierto veraniego y, pese a que el atractivo no sea seguramente el mismo, no recuerdo ni siquiera tener miedo a que hordas femeninas arrancaran mis pezones para usarlos de llavero o que se viviera alguna escena de anuncio de desodorante masculino. Será que es una cuestión de género, de no cometer delitos o simplemente de respeto. Cabestros.
Público.es
Jesús Moreno Abad
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