5/9/11

HÉROES

Athos, Porthos y Aramis eran los nombres de los mosqueteros que, por capricho de Alejandro Dumas, se saltan a la torera al cuarto personaje, D'Artagnan, que viene a ser el principal, y prescindiendo de él, dan título a la famosa novela


Hago esta reseña porque, a diario, acudo a tomar el café matutino y, de paso, a echarle un vistazo al mentidero nacional o prensa, a un bar cercano a casa, cuyo nombre coincide con el título de la obra en cuestión. Pues bien, esta mañana, harto de esquelas, fútbol y política, que me agriaron el gesto, doblé en dos el diario y... (salvo de la quema la columna que Andrés Chaves dedicaba al piropo y a la "técnica del cucurucho", con la que logró arrancarme una sonrisa) me dispuse a entablar conversación con alguno de los pocos parroquianos presentes o con el propio dueño. Pero a estas horas de la mañana (aún no eran las ocho) ya estaban todos pendientes del televisor y de como un cirujano-veterinario operaba a un perro de una hernia discal. Y un sentimiento encontrado torció aún más mi gesto.

Me parece magnífico que pueda intervenirse a un animal y aliviarle su dolencia, e incluso conseguir que vuelva a caminar si no podía hacerlo. ¡Una maravilla! ¡"Chapeau" por el cirujano! Pero, irremediablemente, vinieron a mi imaginación miles de niños huérfanos, hambrientos, mutilados... y para acallar el clamor de mi conciencia, reparando en los floretes que adornaban la pared, eché en falta héroes de verdad que emprendieran la lucha cuanto antes.

Estaba planteándome la utópica y urgente necesidad de que se reencarnaran, en un desesperado intento de enderezar el rumbo de esta sociedad, Athos, Porthos, Aramis, D'Artagnan, Robin Hood, El Jabato, El Cosaco Verde, El Capitán Trueno... cuando, de repente, la imagen televisiva cambió y los héroes llenaron la pantalla. Pero no eran personajes solitarios, ni parejas, ni tríos, ni cuartetos. ¡No! ¡eran cientos... miles! de todas las razas, colores y culturas: maestros, médicos, monjas, enfermeros, misioneros, ciudadanos anónimos, convenientemente agrupados, ávidos de ayudar a los más necesitados, haciendo por su cuenta y riesgo lo que los gobiernos no son capaces de hacer. Ellos son los héroes.

Miguel Ángel G. Yanes 

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