18/3/10

EL MATACÁN

Cuando lo conocí era ya un hombre bastante mayor, alto, seco, de ojos claros, pelo cano y seriedad extrema. Tenía fama de brusco, lo que a los chicos nos daba cierto temor, por lo que solíamos rehuirle, aunque, a fuer de ser sincero, he de decir que siempre lo vi comportarse educadamente. ¡Eso sí! cortante y parco en palabras como nadie.

Todos los vecinos sabíamos que había sido perseguido tenazmente durante la posguerra, lo que le obligó a vivir a salto de mata, huyendo siempre, escondiéndose acá y allá, dando esquinazo a sus acosadores.


Nunca supe por qué lo llamaban "El Matacán", siempre creí que era un apodo sin más, hasta que muchos años después me enteré de lo que una de las múltiples acepciones de dicha palabra significaba:

"Liebre que ha sido perseguida muchas veces por los perros pero nunca ha sido cogida por ellos; de ahí lo de Matacán, porque mata a los canes haciéndolos correr hasta la extenuación.

Miguel Ángel G. Yanes

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