Aunque nunca fuí demasiado católico (la razón no me lo permite) y, ya de niño me fugaba de misa todos lo domingos y fiestas de guardar, con los años, al revés de lo que suele ocurrir, me he ido radicalizando; sigo siendo panteísta y ácrata como cuando era joven, pero con algunas vueltas de tuerca de más, lo que me ha convertido en un individuo asaz huraño y bastante descontento con el sistema imperante; iba a decir también " protestón" pero, recapacitando, me di cuenta de que lo he sido siempre, es algo inherente a mi carácter.
Todo este preámbulo viene a cuento de que voy a atreverme a disertar sobre la Virgen del Carmen, una de las muchas advocaciones marianas que, no solo en sentido religioso, sino cultural, saturan nuestro calendario.
Al parecer su nombre y veneración se remontan a una comunidad de eremitas que, en la antigüedad, habitaban en el monte Carmelo (palabra esta derivada del árabe karmel: jardín), ubicado en la localidad israelita de Haifa. Hoy en dia existe allí un santuario, una hospedería y un gran mirador sobre el valle de "El-Muhraqa", todo ello gestionado por los monjes carmelitas.
En España se la considera la patrona del mar y de la Armada Española, y es conocida con el sobrenombre de "Estrella de los mares" (Stella maris). De ahí que la salve marinera comience con esas palabras:
No obstante quiero hacer una puntualización al respecto de su advocación: si bien es cierto que se la considera la santa patrona de los marineros, comparte patronazgo con San Pedro, aunque aquí, en la isla de Tenerife, la tradición popular tuvo siempre a San Telmo como patrón de los navegantes, y en concreto como protector de nuestros pescadores. Hasta tal punto que, en determinadas procesiones marineras que se siguen celebrando en la actualidad, se embarcan ambas imágenes: la Virgen del Carmen y San Telmo.
De hecho, cuando se desataba algún vendaval y los hombres se hallaban en la mar (tuve familia en el barrio de Los Llanos y lo recuerdo perfectamente) las mujeres musitaban, como si fuera un mantram, una jaculatoria que, aunque rindieran pleitesía a la Virgen del Carmen como madre celestial, no iba dirigida precisamente a ella:
"San Telmo bendito, ayúdalos"... "Protégelos, San Telmito"
Miguel Ángel G. Yanes
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