Con los años que tengo (61 ya) solo recuerdo haber observado este curioso fenómeno meteorológico en tres ocasiones: la primera fue en los años 80. Vivía en ese época en el municipio norteño de La Matanza, por lo que, a diario, debía madrugar para desplazarme a Santa Cruz, donde se hallaba mi lugar de trabajo.
Esa mañana (como muchas) un monumental atasco, no se si provocado por algún accidente, colapsaba la autopista del norte, así que, en cuanto pude, tome un desvío para incorporarme a la carretera general y descender por ella hacia la capital.
Bajando por la Cuesta de Piedra, la imagen que contemplé me dejó extasiado, hasta tal punto que reduje la marcha al mínimo para disfrutar de aquel extraño espectáculo: una densa niebla había engullido la ciudad, de la que sólo sobresalían los edificios más altos y alguna que otra torre, parecía un imagen sacada de alguna pelicula londinense.
El fenómeno en si resulta efímero, ya que, con los primeros rayos de sol, la niebla se disipa fugazmente. Por ello, la gente que no suele madrugar nunca lo ha contemplado en directo. Les seguro que es algo sorprendente, una auténtica gozada.
Al parecer, este extraño efecto se produce por la fusión del calor, la calima y la humedad, lo que provoca que esta última, situada en cotas bajas sea comprimida por una capa seca, producto de la propia calima, lo que provoca que la humedad no consiga disgregarse, haciéndose bastante visible. Es condición "sine qua non" la total ausencia de viento.
Miguel Ángel G. Yanes
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