18/7/16

INFINITY XTREME - VIII EDICIÓN


Esta entrada va dedicada a cuatro jabatos, pero especialmente a Laura que, en un ímprobo afán de superación, y siempre con el apoyo incondicional de Iván, su pareja, logró finalizar la prueba de 10 kms. obstáculos (dos vueltas al circuito) de la presente edición, cuando era el primera vez en su vida que participaba en un evento deportivo de tal magnitud.


A mí, que solo fui espectador de la carrera, celebrada el pasado sábado en el municipio del Puerto de la Cruz, me pareció una prueba de excesiva dureza, amén del tremendo calor que hubieron de soportar, ya que, a las cinco de la tarde caía el peso del sol con toda su justicia, pues la típica "panza de burro"* que suele cubrir el valle de La Orotava, estaba desaparecida en combate.

Recorrido Infinity Xtreme 2016

La polvareda que se levantó en el momento de la salida, unida a la "calufa" reinante, hizo casi irrespirable el aire, tanto para los participantes como para el público asistente, pero allá que fueron, rampa arriba, para luego descender por el cauce del barranco hacia Playa Jardín, y vuelta a subir por el mismo, ascendiendo  por entre los hoteles hasta la cota máxima situada bajo el centro de salud, para después bajar, terraza tras terraza, hasta llegar a los obstáculos.


Seguía desde lejos, con suma atención, los avatares en el campo de obstáculos, cuando observé que Laura resbalaba y caía desde lo alto de una estructura de tubos metálicos, dándose un buen golpe, aunque por fortuna quedó a mitad de camino sin llegar a impactar contra el suelo. La vi dolerse y pensé que abandonaría en ese instante, pero ayudada por Iván, siguió adelante.


No sé yo si quiénes diseñan estos circuitos, en concreto el campo de obstáculos, los prueban o no, pero algunas estructuras me parecieron poco seguras e  innecesariamente peligrosas, máxime cuando los participantes llegan exhaustos y cubiertos de barro, lo que dificulta el agarre, sobre todo a la hora de cogerse a los tubos y de trepar a los contenedores (2 metros de alto, no lo olviden) con las manos mojadas. También tuve la oportunidad de contemplar cómo había determinadas piezas de madera que se desclavaban.


Una puntualización: ¿No sería más lógico que los obstáculos se pasaran al principio de la prueba, cuando las fuerzas aún se conservan intactas para evitar así posible accidentes? Lo digo porque pude observar cómo a muchos-as les costaba una barbaridad superarlos, a riesgo de su integridad física, aunque la mayoría de la veces hubiera alguien dispuesto a ayudarlos.


Aunque siempre habrá incidentes, ¿saben ustedes la de contusiones, arañazos y torceduras de tobillos y muñecas que se podrían obviar? Porque me asombró, una vez duchados y desechos de la capa de barro que los cubría, ver la cantidad de morados y todo tipo de erosiones que, principalmente en las piernas, sufrieron muchos de los partícipes.


También me gustaría saber quién es el inteligente que, en este tipo de pruebas, decide colocar alambre de púas en determinadas zonas, porque el alambre liso hace la misma función si le coloca a una altura conveniente: obligar a que se repte bajo él, pero sin generar ningún tipo de heridas como la que se aprecia en la siguiente fotografía de una edición anterior. ¿Qué necesidad hay de provocar lesiones?


Llamó poderosamente mi atención qué, por contra de la carrera anterior de 5 kms., donde las féminas eran mayoría, en ésta de los 10 kms., en la que el número de participantes masculinos las superaba con creces, casi todas ellas lograran finalizar, lo que da una idea de la inmensa capacidad de sacrificio que tienen las mujeres. Sólo me resta decir:


¡Chapeau! 


(*) Panza de burro.- Es una expresión típicamente canaria (muy propia de la isla de Tenerife) que se utiliza también  para denominar a un fenómeno meteorológico característico del norte de casi todas las Islas Canarias e incluso de la costa centro-occidental de Sudamérica (Costa del Perú y costa norte de Chile), consistente en una acumulación de nubes de baja altura que actúa como pantalla solar, provocando una sensación térmica de refresco.

Natalia, Carlos, Laura e Iván, una vez finalizada la prueba

Miguel Ángel G. Yanes

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