No es la primera vez que me ocurre esto. Debo de tener las neuronas ya demasiado chamuscadas, pero en diferentes explosiones o incendios, muchas veces distingo cosas harto extrañas.
Llámenlas pareidolias, si quieren.
La cara del niño (Barranco de Badajoz - Tenerife)
Miguel Ángel G. Yanes
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