Llegué solo, a las 10,30 de la mañana; aparqué sin problema y lo primero que hice al bajarme del coche, fue memorizar dónde lo dejaba:
"21-G, color malva, planta -1"
Y sin más, agarré uno de esos carros de "a euro" y ascendí a comprar.
Una vez cumplida la misión, aparcado el carro en su sitio y recuperado el euro, con sendas bolsas asidas en las manos, descendí a la planta antedicha, pero, al parecer, no lo hice por la misma puerta por la que había entrado y... ¡me perdí!
Llegué a las columnas señalizadas con la letra G, pero todas tenían números pares... 20, 22, 24, 26... ¡pero dónde demonios estaban los impares!. Fue entonces cuando tropecé con mi sobrina Pili. Y es que, aunque no lo esperes, la familia siempre está al quite.
- ¡Tío!... ¿Qué haces?
- Pues intento localizar mi coche, que lo dejé junto a la columna 21-G y ahora no la encuentro.
Cuando le conté a mi mujer que me había perdido en Carrefour, su razonamiento me dejó de piedra:
- Te pierdes porque eres lógico.
- ¡Coño!... ¡ésta si que es buena!
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