17/6/12

CUESTIÓN DE DISTANCIA

Me hallaba sentado en un banco (de los de madera, no de los mamones) en la zona de La Paz de Cólogan en la ciudad norteña del Puerto de la Cruz, haciendo mi habitual papel de convidado de piedra mientras mi mujer visitaba las tiendas del entorno, cuando, dos chicas jovencitas pasan junto a mí y, de repente, a una de ellas le suena el teléfono móvil.


- ¡Es la pesada de Nuria!... ¿Qué hago? Pregunta la receptora de la llamada.

- ¡Contéstale tía y quítatela de arriba! Dice su compañera.

- ¿Sí?... ¡Hola Nuria, cariño!… ¿qué pasó?... ¡Ah! pero no puedo… estoy en el Sur con Natalia…

De pronto, escucho a alguien que, desde la acera de enfrente dice en voz alta:

- Pues yo te veo como si estuvieras en el Puerto de la Cruz.


Y es que eso de estar en el Sur resulta muy, pero que  muy socorrido, pues a los pocos días, en un bar de la zona, una señora entradita en años, se tomaba una copa en la barra cuando le suena el móvil:

- ¡Hola amor!... ¿Cómo estás?... ¡Sí! Ya voy en la guagua. Estoy en el Sur, a la altura de Granadilla… en tres cuartos de hora estoy ahí…. Vale, vale… un beso.

Y es que hasta ahora, el teléfono móvil daba mucho juego para meter trolas de ese tipo pero, como todo, terminará por acabarse, pues las nuevas generaciones de tales cacharros vienen ya con gps incorporado y ¡activo! Vaya, que no se va a escaquear ni el gato. 

Miguel Ángel G. Yanes
 

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