En el orden espiritual, el Beñesmén era el día en que los guanches entonaban preces de agradecimiento a sus dioses por los favores recibidos, y solicitaban su ayuda en el futuro, sobre todo a las dos divinidades masculinas más importantes: Achamán (el cielo) y Magec (el sol), y a una divinidad femenina: Chaxiraxi (la madre tierra, hija y madre del sol) identificada posteriormente con la Virgen de Candelaria o de La Candela, cuya imagen había aparecido en la playa de Chimisay (Güimar) años antes de la llegada de los castellanos. Aunque en su mitología existía también el espíritu del mal, al que denominaban Guayota (el demonio) y que, según su tradición, habitaba en el interior de Echeyde (el infierno) o volcán Teide. El ritual de agradecimiento y petición a sus dioses concluía con la ruptura de un gánigo (cuenco) con leche y miel, y con el encendido de candelas de color verde.
Aunque no se ha demostrado fehacientemente la existencia de un asentamiento templario en Tenerife, se supo de una comunidad de europeos que habitó en las costas de Güimar con el beneplácito de los nativos, muy posiblemente con posterioridad a la disolución de la Orden del Temple en 1307; por lo que no resulta descabellado pensar, habida cuenta de los amplios conocimientos que poseían para la época y de su extensa flota naval, que supieran de la situación de las Islas y buscaran cobijo en ellas. Datos como la aparición de la imagen mariana ("la última virgen negra del Temple" según Rafael Alarcón), el uso de candelas verdes en sus rituales, así como una tradición oral que habla de procesiones nocturnas por las playas (que pudieron ser copiadas por de los guanches) bien podría indicarlo.
tal vez al lejano continente americano que, posiblemente, también conocerían.
Miguel Ángel G. Yanes
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