Sobran los datos identificativos. Somos pocos y nos conocemos bien, si
no personalmente, sí a través de terceros. Por ello voy a obviar tu
nombre y apellidos. En realidad no hace ni puñetera falta. La educación
me obligaba a decir: Mire usted... pero la efervescencia de la sangre,
me empuja a utilizar casi tu lenguaje y soltar:
- ¡Mira, tío! ¿Quién
coño te has creído que eres, para permitirte llamar chusma a nuestra
propia gente? ¿Acaso has olvidado que la poltrona que ocupas te la
otorgó, con sus votos, esa chusma, ese pueblo soberano que tiene que
echarse a la calle, porque sus legítimos representantes son incapaces de
defenderlo?
Más que hartos de carros, carretas y carretones, los chicharreros han
vomitado por fin, a las puertas del ayuntamiento, la malsana indigestión
de esta clase política que nos lastra y condena, salpicando, de paso,
las relucientes botas de aquellos que, siguiéndoles el juego, se han
prestado a retirar los necesarios medios técnicos, para sofocar así la
voz de la protesta.
Soy parte de esa chusma. Me honro de ella y me avergüenzo de ustedes.
Miguel Ángel G. Yanes
17/1/10
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