13/6/09

EN CONTRA DE LA GUERRA

¿Cómo es posible que después de miles de años de civilización sigamos repitiendo esa maldita guerra del principio? ¿Es que esta humanidad no va a aprender nunca? ¿No sabemos que todas las guerras las pierden siempre los mismos: ancianos, mujeres, niños... estén del lado que estén? ¿A qué esperan todos los soldados del mundo para negarse a matar a otro semejante? ¿Qué miedo tenemos de rebelarnos contra unos pocos que quieren prevalecer y enriquecerse a nuestra costa? ¿Por qué no dirimen sus diferencias los dirigentes en persona en el campo de batalla y se matan los unos a los otros, en vez de enviar a nuestros hijos a morir por ellos? ¿Por qué seguimos aceptando como dogmas de fe sus falacias fratricidas: patria, raza, bandera, religión, cuando sólo existe un afán desmedido de poder que se esconde tras ellas? ¿Pero a quién vamos a odiar si todos somos parte integrante de esta humanidad única en este planeta único?


Me voy a permitir la vanidad de adjuntar unos versos de un poema propio, que vienen al caso:

¿Por qué yo, el hombre / vestido de azul / fusil entre las manos / he de matarte a ti, / también el hombre / pero de verde oscuro / uniformado y triste?...


Es más, me atrevo también a reseñar una frase que, a menudo, oía decir a mi abuelo paterno:

"Si los más sabios, los más justos y los más honrados nos gobernaran, otro gallo nos cantaría"

Pero está claro que ni los más sabios, ni los más más justos, ni los más honrados, se avienen a ello. Por algo será. Con todo esto, quiero dejar constancia de mi rechazo frontal a cualquier guerra, pero sobre todo a la que está en ciernes, donde, si nuestra voluntad no lo remedia, vamos a formar parte de los agresores, y que yo sepa "los agresores son siempre los culpables"

Miguel Ángel G. Yanes 

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