Desde los cuatro
ángulos del techo,
Blanco como la sábana
que lo recubre,
Parten haces de luz
hacia el cadáver,
Sustentan una red de
luminosos nudos
Que pende sobre él
sin que nadie
Se percate del hecho
porque ocurre
En otro plano
dimensional de la conciencia.
Han venido a buscarle
sus iguales.
Es totalmente falso
que el alma ascienda sola
A los infinitos
espacios siderales.
Y es porque desconoce
su próximo destino;
De ahí que siempre
tiendan entre cuatro criaturas
Esa red de pescar
para llevarse el alma
Hacia nuevas esferas
donde la vida
Eterna y frágil bulle
en la infinita
Magia de universos
sin fin,
Evitando el contacto
-dentro de lo posible-
Con aquellos que
habitan el universo físico,
Aunque a veces se filtren
sus etéricas manos
A los ojos de alguien
a quien ya vence el sueño.
Miguel Ángel G. Yanes
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