Una de las presuntas herejías, fue plantear que las pirámides de Gizeh ya estuvieran allí cuando los egipcios se asentaron en aquella meseta, y que lo único que hicieran fuera intentar copiarlas; por lo que su antigüedad sería mucho mayor de lo oficialmente establecido. Y si no, ¿qué explicación tiene que, un pueblo construyendo pirámides durante milenios, jamás volviera a alcanzar la perfección y la magnificencia del principio?
"Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que esa idea triunfa" (Mark Twain)
Luego resulta que unos tienen un miedo cerval al desprestigio y a salirse de la sagrada cuadrícula, y otros, más intrépidos, el valor de arriesgarse; abrir nuevos caminos, jugárselo todo y enfrentarse al mundo, y a veces, hilvanando intuición, lógica y fantasía, han llegado a descifrar enigmas que los ortodoxos no supieron resolver o lo hicieron erróneamente, llevándonos incluso a creer que determinadas patrañas eran la verdad más pura. No en vano, la cerrazón de la ciencia ortodoxa, muchas veces niega lo evidente para no tener que desmontar ni sus postulados ni su chiringuito. Porque si hay algo que le cuesta... es rectificar.
A todas estas, recuerdo una clase de historia en mis años mozos, cuando el "dómine" de turno dijo, con toda su boca de catedrático, que a pesar de la existencia de determinada literatura empeñada en demostrarlo, no existía relación alguna entre las pirámides americanas y las egipcias, y yo, con mi boca de comer, me atreví a refutárselo. ¡Ah! e incluso incluí en el paquete las pirámides escalonadas (zigurats) de los antiguos babilónicos y las pirámides canarias de Güimar (Tenerife). ¡Ahí es na'!... Y claro... me gané la pepona... ¡por hereje!
Miguel Ángel G. Yanes
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