1/11/10

VÍSPERA DE DIFUNTOS

Hoy, 1 de noviembre, se celebra la festividad de Todos los Santos, siendo a la vez, víspera de los Fieles Difuntos. La tradición manda que tal día como hoy se limpien y engalanen las tumbas de nuestros deudos, para que mañana, día 2, esté todo en perfecto estado de revista. Y es por ello que, desde las primeras luces de la mañana, un trasiego incesante de gentes (¡qué pasión!)  y de flores (¡qué negocio!), inundan los camposantos de nuestra geografía. Supongo que el devenir de los años, la disminución de terrenos "ad hoc" y la proliferación de las incineraciones, influirá en que la tradición se vaya diluyendo poco a poco. De hecho, a excepción de alguna familia gitana, casi ninguna se reúne ya alrededor de las tumbas de sus difuntos para pasar el día junto a ellos.

Esto me trae a la memoria algo que leí en su momento relativo al ágape de difuntos: una ceremonia precristiana, en la que los deudos se acercaban al camposanto, portando bebidas y comidas, para compatirlas con sus muertos. Derramaban parte de los líquidos, generalmente leche y vino, sobre la tierra alrededor de las tumbas y luego comian y bebían sobre ellas. Con la expansión del cristianismo, este banquete funerario fue asumido entre sus rituales, pero el precepto de la caridad cristiana y de la ayuda a los necesitados por una parte, y la celebración de la Cena Eucarística por otra, hicieron derivar el ágape hacia un rito en el que la comunidad compartía los alimentos, aportando cada uno lo que buenamente podía. En el siglo II, no obstante, se distinguen ya claramente la Eucaristía y el ágape, que poco a poco retrocede, hasta desaparecer del todo hacia el siglo V.

Yo no soy muy amante de visitar los cementerios. Siempre digo, en plan de guasa, a mis familiares y amigos: "a mí que me lleven".


Creo profundamente que nuestros muertos, donde en realidad se hayan es en  nuestra memoria y en nuestros corazones, porque en la medida en la que los recordemos y los amemos, seguirán con nosotros. Allí, en el cementerio, ya sea en la tierra, en los nichos o en los panteones (todo es cuestión de dinero al fin y al cabo) sólo quedan los huesos que les sirvieron de soporte en su tránsito físico. Lo que no quita para que cada cual les rinda el culto y el respeto que considere merecen.

Miguel Ángel G. Yanes

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