Acudí a denunciar tal incidencia al Equipo que me lo había expedido, y una amable señorita me indicó que bastaba introducir el documento en una de las maquinitas habilitadas al efecto, indicando que había olvidado mi clave, para que me asignara una nueva.
Dicho y hecho. Me encaminé al terminal más cercano, introduje el DNI y coloqué el dedo índice de mi mano derecha sobre el scanner de huella digital, pero… algo falló: en la pantalla aparecía el mensaje de que la huella no coincidía con aquel DNI. Mi asombro fue mayúsculo.
Se me ocurrió que tal vez había presionado en exceso sobre el scanner, y volví a intentarlo, procurando apoyar el dedo con suavidad, pero… tampoco. Al parecer mi huella y mi DNI no se llevaban bien.
Como había otro terminal idéntico, decidí cambiarme por si era problema del primero, pero… ¡vuelta la burra al trigo! El mensaje seguía siendo el mismo.
“Si mi propia huella no coincide con mi DNI, ¿habrá otra ajena que lo haga? ¡Dios mío! ¡Qué peligro! ¿Y si por algún error informático ha habido una asignación incorrecta?..."
¡¡¡Puede caerme cualquier marrón que no me corresponda!!!
Miguel Ángel G. Yanes
Jajajajajaja. Si es que al final, no somos nada. ¿Será el principio de la rebelión de las máquinas?. Podrín boicotear todo nuestro ordenado sitema. Si ellas quisieran....
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