Estuve
personalmente allí, en el edificio El Moro, tres días después del
temporal, con Paco Brito y Miguel Ángel Guerrero. Hablamos con algunos
vecinos y con el presidente de la comunidad de dicho edificio. Pero
quien nos dejó bien claro lo que había sucedido, fue una señora de unos
60 años que, según nos explicó, llevaba 40 viviendo en ese mismo sitio.
Según ella, el problema no lo provocó el agua en si, sino los escombros
que quedaron de la ampliación de la autopista (el famoso tercer carril)
que, al ser arrastrados ladera abajo, taponaron los pocos cauces
habilitados, por lo que el agua buscó camino por donde pudo. Nos indicó
que en esos 40 años, ha llovido de forma torrencial en tres o cuatro
ocasiones, y ni siquiera cuando el famoso temporal del 31 de marzo de
2002, ocurrió nada parecido, porque en ese momento los cauces estaban
despejados. Para más inri, un contenedor de vidrio, quedó encajonado por
la fuerza del agua, en el arco de hormigón, al principio de la escalera
que lleva a la playa, por lo que el caudal, al desviarse, entró a saco
en las viviendas.
El presidente de la comunidad también nos dijo que había estado allí la ministra, acompañada de los "canchanchanes" de turno, para ver el desaguisado, y como anécdota, nos comentó que los zapatos le habían quedado inservibles; y eso que no llegó a bajar a las viviendas, pues aunque estaba decidida a hacerlo, "aquéllos" pensaron que era demasiado peligroso y no lo permitieron.
Daba
verdadera lástima contemplar todos los enseres de los vecinos,
cubiertos de barro, totalmente inservibles, apilados en aquella
escalera: colchones, muebles, electrodomésticos... ¡Un desastre!
Pudimos
ver el interior de una de las viviendas; la marca del barro en las
paredes alcanzaba casi un metro de altura. Y oyendo el relato de algunas
personas, de cómo el agua los arrastró hasta el balcón, es increíble
que no se ahogara nadie.
Volvemos a lo de siempre: la necesidad de respetar el cauce natural de los barrancos. ¡Joder! Si la naturaleza los ha excavado de esas dimensiones durante miles de años, es que tarde o temprano los va a necesitar; pero claro, vienen los listos de turno con sus titulitos debajo del brazo, haciendo oídos sordos a quienes de verdad conocen el asunto, colocan unos "tubos de mierda", y lían la que lían.
Miguel Ángel G. Yanes
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