12/8/14

LA CARTA

No voy a hablarles de una carta epistolar, sino de una carta de la baraja española.

Verán: 

Al salir de la tahona donde suelo ir a por el pan nuestro ajeno (hay que pagarlo) de cada día, encontré en mitad de la acera un naipe boca abajo. Y como soy de natural curioso, me agaché a recogerlo. Al girarlo hacia mí, di un respingo. 



Los que conocemos algo del Tarot, sabemos que a las espadas se les suele atribuir el significado más negativo de los cuatro palos: rupturas, engaños, robos, traición, desastres, caídas, luchas, enfermedad, dificultades, accidentes, etc., aunque, al pronto, me vino a la memoria que también representaban una serie de cualidades menos conocidas, principalmente su asociación con la luz de la conciencia, ya que, la hoja de la espada es puro brillo; lo que viene a entroncar con la capacidad de análisis, de percepción y de clarividencia. Identificadas con el elemento astrológico Aire, las espadas vienen a definir, a su vez, la capacidad mental y de pensamiento. 

Así que, con esas elucubraciones en mi cabeza, la carta en la mano izquierda y la bolsa el pan en la derecha, me encaminé hacia el bar en el que suelo echar, a golpe del mediodía, una cerveza y una parrafada.


Sólo había tres personas: el propietario y dos clientes. Y, sin saber muy bien por qué lo hice, coloque la carta boca abajo en el mostrador y dije:

- ¡A ver quién me adivina esta carta!

Y ante el asombro de los otros (que no del mío) uno de los clientes dijo sin dudarlo:

- ¡Es el cuatro de espadas!

- ¡Para ti! - le dije, entregándole el naipe.


Sus caras reflejaban estupefacción, y tras un pasmoso silencio, al ver que yo sonreía, el acertante me pregunta:

- ¡¿Cómo lo hiciste?!

- ¡¿Yo?!... Fuiste tú quién lo hizo.

Sin logran entenderlo, preguntó por el resto de las cartas.

- No es ningún truco -le dije- sólo hay esta carta.

Esta curiosa situación vino a corroborarme que, ciertamente, las espadas tienen también una simbología positiva. De hecho:

 "Una espada de luz es el relámpago".

 Miguel Ángel G. Yanes

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