31/12/11

CAMBIO DE NOMBRE

Mi vecina (la del splitz enano) más que harta de mandarlo a callar continuamente ante la insistencia de sus ladridos, en un arranque de cólera, ha optado por cambiarle el nombre...


- ¡¡¡Cállate, Coño!!! 

 Pero tampoco sirve para nada.

Miguel Ángel G. Yanes

29/12/11

CUESTIÓN DE APELLIDOS

El apellido es la designación antroponímica* de la familia, con la que se distingue a sus miembros. La mayoría de los apellidos españoles, atendiendo a su origen, se dividen en:

Patronímicos.- Originados por un nombre propio al que se añade una desinencia, generalmente "ez".

Toponímicos.- Son los más difundidos en los países hispanos. Derivan de lugares determinados.

Descriptivos.- Se forman partiendo de descripciones o apodos de personas o familias.

De oficios.- Derivan de los oficios o profesiones que se ejercieran.

Castellanizados.- Son aquéllos que no tienen un origen hispano, pero que se adaptaron a la fonética  española.

El apellido más común en España es "García", mientras que aquí, en las Islas Canarias lo son también dos patronímicos: en la provincia occidental "González" (proveniente de Gonzalo) y en la oriental "Rodríguez" (proveniente de Rodrigo)  

DATOS TOMADOS DE WIKIPEDIA. 

*

Aunque en España el primer apellido siempre fue el del padre, desde 1999 la legislación española permite cambiar el orden de los apellidos, logrando de esta forma que, de común acuerdo entre los padres, el apellido materno anteceda al paterno.

Curiosamente, tanto en Portugal como en Brasil se consigna primero el apellido materno y luego el paterno (influencia que estuvo arraigada en Canarias durante varios siglos) tal vez al hilo de aquel dicho popular que sentenciaba: "los hijos de mis hijas mis nietos son, los de mis hijos... lo son o no".

Los apellidos de los pobres solían provenir de los apodos, sin embargo, por motivo de los diferentes cruces de familias, a veces esos "apellidos" tendían a desaparecer, pero para que no lo hicieran del todo, a los descendientes (a nivel coloquial) aunque lo hubieran perdido legalmente, se les seguía llamando por el apodo de sus antepasados.

Así contaba mi abuelo paterno de la existencia de dos apodos laguneros sobrepuestos a los apellidos de rigor: "los monos" y "los huevudos"; produciéndose el hecho curioso de que, allá por las postrimerías del siglo XIX, ambas familias emparentaron, por lo que tuvo que darse, desde mi punto de vista, una generación de "monos huevudos" que quitaría el hipo. ¿O no?

 (*) De antroponimia.- Estudio del origen y significación de los nombres.

Miguel Ángel G. Yanes

25/12/11

LA CHICA DEL TRANVÍA


Una muchacha de ojos claros, con largo pelo recogido en cola de caballo, llamó mi atención al subirme al tranvía, pero más que por su belleza, que bien podía estar dentro de los cánones al uso, por la dulzura de su joven rostro que irradiaba bondad a borbotones.

De pronto le vi hacer un gesto, dirigido a un grupo de personas que viajaban en el vagón contiguo. Automáticamente se pusieron todos en pie y se encaminaron hacia la puerta; aquella debía ser su parada. Pero ella se dirigió hacia el lateral opuesto, por lo que le hice ver, con un gesto, que aquélla no era la salida correcta. Sonrió dándome las gracias, ante la hilaridad de sus compañeros que ya salían al andén y se habían percatado de su error.

Llevaba pantalones vaqueros de un color verde intenso, a juego con sus ojos, y era la guía de un grupo de minusválidos psíquicos.

Miguel Ángel G. Yanes

21/12/11

PERRO LOCO Y LAS GRITONAS


La noche anterior había estado leyendo sobre Perro Loco, jefe de los indios creeks, allá por el siglo XVIII, y terminé preguntándome, en qué habría podido reencarnarse, hoy en día, tan curioso personaje: ¿en abogado?... ¿en policía?... ¿en fiscal?... ¿en delincuente?... Pero al despertarme esta mañana (como casi todas) un alboroto de histéricos ladridos, lo tuve claro, pues las primeras palabras que vinieron a mi boca fueron: "perro loco", dedicada al animalito de los vecinos (creo que se trata de un spitz o pomeranio)  pequeño y de aguda voz que, cada vez que alguien pulsa el portero eléctronico del edificio, ya sea la llamada para su piso o para cualquier otro, ladra sin control y sin tino hasta exasperar a su propia dueña, que lo manda a callar repetida e inútilmente. Y para colmo, un trasfondo de mujeres hablando a gritos, cuyas voces, amplificadas por el eco de la boca-patio, servían de acompañamiento al can, formaban tal escándalo que pensé, por un momento, si serían las "squaws" de Perro Loco que habrían reencarnado con él.

Miguel Ángel G. Yanes


12/12/11

FÁTIMA, EN LA MEMORIA Y EN EL CORAZÓN


Fátima Said Moujir Hegiege fue una amiga inestimable. Nos conocimos una noche (no recuerdo ya quién nos presentó) en la tasca El Bocoy, ubicada en el patio interior del Edificio Galaxia, en la Calle Heraclio Sánchez de La Laguna, en la primavera de 1979. Esto si lo recuerdo perfectamente porque recién había regresado yo de un viaje en solitario por el continente sudamericano, y me pidió que le relatara, con todo lujo de detalles, aquella experiencia.

Fátima era una pintora y dibujante magnífica. Al igual que a mí, le encantaba la obra de Paul Klee, y fue ése, aunque luego ahondaríamos en los campos de la literatura, uno de nuestros primeros puntos en común; lo que más tarde nos permitiría cimentar nuestra amistad.

En los últimos tiempos, por mor del trabajo, la familia, las obligaciones… nos veíamos muy de tarde en tarde, pero recientemente, a raíz de haberme desvinculado de la empresa donde laboré, solía bajar casi a diario por la calle del Castillo, detenerme frente a Nahie, y si veía que no tenía clientes (casi siempre la encontraba con un libro en las manos) entraba para interrumpirla y charlar un rato con ella.

 
Nunca llegué a conocer personalmente a su familia, a excepción de su hermano mayor...? (soy malísimo para recordar nombres). Me lo presentó justo un día en el que, en compañía de mi amigo Miguel Ángel Guerrero, acabábamos de entrar a saludarla. Sé que también tuvo otro hermano (creo recordar que regentaba la Cafetería Diagonal) y que falleció a temprana edad. Y una hermana algo más joven que ella ¿Mariam?, a quién suelo ver a menudo, siempre sola, cada vez que acudo a algún evento cultural.

Cierto día embarqué a Fátima en una historia que nunca me perdonó. La verdad es que, como la amistad todo lo puede, olvidé por completo que pertenecíamos a culturas y religiones diferentes. La invité a asistir al ritual de la Hoguera de San Juan que íbamos a celebrar un grupo de amigos, en un sitio bastante peculiar: la era de la Casa del Pirata, en Barrio Machado (La Esperanza). Fue allá por 1983.

 
Más tarde me confesaría que pasó verdadero miedo en aquel lugar. Sobre todo al escuchar el sonido de un bucio que, en la oscuridad de la noche, alguien hacia sonar desde la cumbre y, entremezclado con el potente ulular del viento, descendía como una legión de demonios que agitara los árboles.

Al año siguiente, Maki y yo nos casamos también por San Juan, y Fátima tuvo el detalle de regalarnos algo muy especial, un trabajo salido de sus manos: un dibujo a plumilla de un rincón orotavense que siempre me gustó, y que sigue ocupando un lugar en nuestro hogar.

Una mañana hallé la tienda cerrada y me preocupó el hecho, pues sabía que ella no gozaba de buena salud. Fue mi propia mujer quien me dijo que había estado en el hospital, y que el diagnóstico no era bueno. A los pocos días, la tienda estaba en obras y posteriormente cambiaría de nombre y de propietarios.

 
Mi amiga Fátima falleció en Santa Cruz de Tenerife, el 12 de diciembre de 2010 a los 58 años de edad, y aunque su espíritu atemporal habite ya en sagradas latitudes, quiero, con estas pobres palabras loar su memoria y ofrecer mi afecto y comprensión a todos sus familiares y amigos.

Miguel Ángel G. Yanes

9/12/11

EL ACHILLE LAURO

De niño me enamoré de un barco. Sí, de un barco azul, precioso, diferente, con una elegante estampa marinera rematada por dos chimeneas gemelas, también azules, adornadas por sendas estrellas blancas de cinco puntas: Era el Achille Lauro, la joya de la corona de una naviera italiana denominada Flotta Lauro, que, en aquellos años (hablo de finales de los 60) realizaba cruceros por el Atlántico, teniendo Southampton como base, por lo que solía atracar con cierta frecuencia en el puerto de Santa Cruz de Tenerife.


Este buque (en principio llamado Willem Ruys) y sobre el que siempre pesó una especie de maldición debida a sus múltiples percances, fue construido en 1946 para la Royal Rotterdam Lloyd; desplazaba 21.110 t. de registro bruto, y con sus 192 m. de eslora y 25 m. de manga, poseía 6 motores diésel que le proporcionaban una velocidad de 22 nudos.

Después de cubrir, desde su botadura en 1947, la línea que unía Holanda con Indonesia, y posteriormente la de Nueva York, fue adquirido en 1964 por el armador napolitano que le daría su mismo nombre: Achille Lauro, quien lo envía a los astilleros de Palermo para su restauración, pero el 29 de agosto de 1965 sufre un aparatoso incendio, obligando a transformarlo y modernizarlo en su totalidad. Fue pintado con el color azul caraterístico de la compañía y se sustituyeron sus dos antiguas chimeneas por otras de diseño, lo que le daría su inconfundible seña de identidad.

Volvió a navegar en 1966, pero tras 5 años de servicio sin incidencias, colisiona en 1971 con un pesquero cerca de Nápoles, falleciendo un pescador en el accidente. Sufre un segundo incendio en el puerto de Génova (1972) que produce una serie de heridos entre obreros y  bomberos. Este nuevo incidente retrasaría varios meses su salida del astillero.

Ya en 1975, navegando por el Mediterráneo, colisionó, en la entrada del Estrecho de los Dardanelos (Turquía) con el pequeño mercante libanés Yousef, ocasionando el hundimiento del mismo y la desaparición de cuatro miembros de su tripulación. Fue en el año 1981 cuando volvió a padecer un nuevo incendio, lo que lo obligó a efectuar una arribada forzosa en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, atracando en el mismo con dos tripulantes fallecidos.

1982 fue crítico para este buque. Llegó al puerto de Santa Cruz de Tenerife en el mes de enero y tuvo que permanecer amarrado durante todo el año, a raíz de una serie de embargos que pesaban sobre él y que la compañía, que atravesaba graves problemas financieros en esa época, no lograba solventar. Hasta que un buen día, pagadas todas las deudas, en gran parte con el apoyo económico del gobierno italiano, volvió a zarpar rumbo a Génova para no regresar nunca más a las islas. Los "chicharreros" que, tras tantos meses de estancia nos habíamos acostumbrado a él como si fuera "cosa nostra", añoraremos siempre la belleza de "la sua stampa".

Posteriormente, el Achille Lauro se mantuvo efectuando cruceros por el Mediterráneo hasta que, en octubre de 1985, en un viaje entre Alejandría y Port Said, fue secuestrado por miembros del Frente de Liberación Palestino para forzar la excarcelación de 50 compañeros detenidos, pero tras varios días de negociaciones infructuosas y el asesinato de uno de los pasajeros, lograron abandonar el barco y huir. Existe una película sobre este hecho titulada "El viaje del terror", rodada, como no, a bordo del mismo, en la que se narra el suceso con todo lujo de detalles.

Al quebrar la naviera y tras el fallecimiento de su fundador, el buque homónimo fue vendido a la Mediterraneam Shiphing Company en 1987, siendo rebautizado como StarLauro Cruises y dedicándolo a efectuar cruceros por el Oceáno Índico.

Nunca más volví a verlo, salvo por televisión, cuando nos mostraron las imágenes de su incendió (el 4º), acaecido frente a las costas de Somalia el 30 noviembre de 1994, lo que, sin los medios ni los apoyos suficientes, provocaría su hundimiento dos días más tarde. Por fortuna, diversos barcos; el primero de ellos el petrolero de bandera panameña Hawaiian King, y posteriormente un mercante griego y otro  liberiano, acudieron en auxilio de los naúfragos (casi 1.000 entre tripulantes y pasajeros) dándose la circunstancia de que los dos únicos fallecidos, lo fueron por problemas cardiacos. Los supervivientes fueron desembarcados en Mombassa (Kenia) y en las Islas Seychelles.

Pareció que a nadie interesara salvar aquella joya de la navegación, por lo que siempre me quedó la sospecha de si no sería una treta de los armadores que, al hilo de la leyenda negra que sobre él se cernía, aprovecharan para, cobrando el seguro, deshacerse de un navío ya poco rentable y anticuado, aunque... ¡bello como pocos! 


Miguel Ángel G. Yanes

8/12/11

FALTA DE COSTUMBRE

Hoy amaneció festivo según el calendario, pero la verdad es que, al asomarme al balcón, no distingo diferencia alguna con el resto de los días. Salvo el escaso tránsito de vecinos por la calle, la luminosidad de la media mañana es la de siempre, el mismo aire, los mismos coches y... ¡oh sorpresa!: Desplegada al viento como la vela de un shampán chino: la sombrilla verde de Tasito, lo cual significa que el bar se encuentra abierto (cosa extraña porque, los feriados, él no suele abrir).

A pesar de que son ya las 10; para cumplir con el rito diario (aunque sea con dos horas de retraso sobre el horario previsto) salgo a la calle y me dirijo al bar, donde un solo cliente ojea la prensa a sorbos de café.

- ¡Buenos días amigo!... Eres el segundo cliente de la mañana, y fíjate la hora qué es. Estaba en un tris de echar el cierre y marcharme.

- Eso es falta de costumbre.

- ¿Cómo falta de costumbre?... Si todos los días abro a las 7 de la mañana.

- ¡Sí! pero por norma, no abres los festivos. Y aunque hayas dicho el día anterior a tus parroquianos que abrirías hoy, la mayoría de la gente, los días en que no trabajan no suelen madrugar; les gusta dormir la mañana. Así que, hasta a golpe del mediodía, no esperes demasiada afluencia.



- Lo que te digo: falta de costumbre... por tu parte.

Miguel Ángel G. Yanes

7/12/11

EN LA MAGIA DEL ARPA (POEMA)


(A José Luis León)

Casi liquida baja,
Filtrada por sombrillas
Verdes de flamboyanes,
La matutina luz
Que se detiene y queda,
Temblando de emoción,
Enredada en arpegios
Cristalinos que flotan
En la magia del arpa.

Miguel Ángel G. Yanes

5/12/11

ABEJAS, ANFIBIOS Y BIODIVERSIDAD

Estamos asistiendo a la extinción masiva de los tres reinos básicos: mineral, vegetal y animal, o lo que es lo mismo, a la destrucción de Gaia, nuestra madre. Arrancamos de sus entrañas todo lo que nos apetece: oro, hierro, cobre, aluminio, estaño, petróleo, diamantes... contaminamos sus ríos, arrasamos sus mares, talamos sus selvas, envenenamos su aire, matamos sus criaturas.



Nuestra desenfrenada avaricia lo devora todo a enormes dentelladas; somos como "La Nada" de Michael Ende engullendo el Mundo de la Fantasía en la Historia Interminable. Pero para nuestra desgracia, la nuestra, nuestra historia como especie, vislumbra su apocalíptico final, y si no reaccionamos de inmediato, estamos abocados a él.

La extinción forma parte del curso natural de la historia del planeta, pero este episodio de extinción de especies es el mayor que el mundo ha experimentado en los últimos 65 millones de años, la tasa más grande de extinción de especies desde la desaparición de los dinosaurios.
Esta extinción en masa, se debe en gran medida, a los métodos no sostenibles de producción y de consumo del hombre, incluyendo la destrucción de hábitats, expansión de las ciudades, calentamiento global, etc. En la versión del año 2009 de la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) 2.448 taxones* de animales y 2.280 de plantas se encuentran bajo la categoría "En Peligro", junto con otros 1.665 taxones de animales y 1.575 de plantas que también lo hacen, pero bajo la categoría de "En peligro crítico". Amén de los cientos que desaparecen a diario, muchos de los que ni siquiera  llegamos a tener constancia de su existencia.

La extinción de una especie es irreparabley, de momento, irreversible, afectando de manera directa o indirecta a la cadena alimentaria, y por ende a la biodiversidad y a la propia supervivencia del género humano; por ello me preocupa tantísimo la masiva desaparición de las abejas  lo largo y ancho del planeta.

Cada invierno, desde hace algunos años, miles de apicultores de todo el mundo encuentran sus colmenas vacías de la noche a la mañana. Enjambres enteros se desvanecen sin dejar rastro. El responsable es el llamado "Trastorno del colapso de las colonias", también conocido como desabejamiento: una enfermedad que tiene desconcertada a la comunidad científica y que podría hacer peligrar la supervivencia de una especie básica pra la biodiversidad.



Pero la importancia de las abejas transciende el mundo natural y alcanza al económico: se calcula que un tercio de la producción mundial de alimentos depende directamente de las abejas, cuya labor de polinización es indispensable para los cultivos.

Un documental estrenado en el año 2009, titulado 'Vanishing the bees' (La desaparición de las abejas) ya mostraba la enorme relevancia de ciertos productos químicos agrícolas en este problema mundial.


Precisamente, el Parlamento Europeo acaba de reclamar la adopción de medidas urgentes para proteger la salud de las abejas, amenazadas por el aumento de la mortalidad de sus colonias a escala mundial. Para ello se aprobó un informe del eurodiputado socialista húngaro Csaba Sándor Tabajdi que insta a Bruselas a prohibir el uso de ciertos plaguicidas y reclama la puesta en marcha de campañas para concienciar sobre la extrema gravedad el problema.

Pero yo me pregunto:

"¿Esto no tendrá que ver con los nuevos cultivos transgénicos y la imposibilidad de las abejas de polinizarlos?"

 Pero eso no es todo. Tan grave o más, resulta la vertiginosa desaparición a nivel mundial de los anfibios; el 30% de los mismos (ranas, sapos, salamandras, tritones...) figuran seriamente amenazados en el catálogo de la UICN,  pudiendo desaparecer incluso mucho más rápido de lo esperado.

Otra pregunta:

"¿Saben cuantos años dijo Albert Einstein que le quedarían a la humanidad, si llegaban a desaparecer las abejas de la superficie del globo terráqueo?"

Y una respuesta para finalizar:

"¡Cuatro!... ¡Sólo cuatro!... Porque sin ellas, el 75% de las plantas morirían sin ser polinizadas. Y ése sería el principio del fin. 


(*) taxones.- En biología, un taxón (del griego ταξις, transliterado como taxis, «ordenamiento») es un grupo de organismos emparentados, que en una clasificación dada han sido agrupados, asignándole al grupo un nombre en latín, una descripción, y un «tipo», de forma que el taxón de una especie es un espécimen o ejemplar concreto. DEFINICIÓN TOMADA DE WIKIPEDIA, LA ENCICLOPEDIA LIBRE.

Miguel Ángel G. Yanes

2/12/11

LA DOBLE MORAL

En 1996, la Organización Mundial de Salud (OMS) eliminó de su lista de enfermedades la homosexualidad, pero hay quienes desearían retroceder esos 15 años.

Dada su postura intransigente y su empecinamiento en volver a considerarla como una enfermedad, parece que en el seno de la derecha política no hubiera homosexuales, y en el de la Iglesia tampoco.

¿Son todos los homosexuales de izquierda? ¿Ninguno ha sentido nunca vocación religiosa, ni atracción por las políticas de derecha?... Hay que ver ¡eh!... ¡Qué cosas!

¿Cómo decía Nietzsche que se llamaba eso?...
 

¡Ah, sí!:

¡¡¡moralina!!!... y destiñe.

Y no me refiero al pueblo...!NO!

Miguel Ángel G. Yanes

1/12/11

LA BODEGA Y EL ALEPH

Con el inevitable deterioro neuronal que ocasionan los años, mi memoria, aunque algunos digan que sigue siendo privilegiada, mengua poquito a poco. Lo sé y lo reconozco. Lo noto en pequeños detalles que antes controlaba y ya se me escapan o me cuesta pillarlos: fechas, datos, nombres... Valga como ejemplo el de una bodega que existió en la Calle Santo Domingo nº 30 de Santa Cruz de Tenerife, justo al lado de la antigua sede del Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas. De niño, cuando salía de paseo con mi abuelo paterno, recalábamos por allí de vez en cuando. Él tenía una buena amistad con su dueño y, si andábamos por la zona, no dejaba de hacerle una visita, tomar un vaso de vino (sólo uno; nunca le vi superar esa cifra) y echar una buena parrafada.


El local de la bodega era largo y estrecho, con una puerta de persiana metálica como única entrada de luz (al elevarla, claro), una barra de madera oscura, casi negra (tea, tal vez) ocupando el lateral derecho y una escalera de la misma madera que, al fondo, conducía hasta un oscuro altillo donde almacenaba los toneles de vino. No sé por qué, pero aquel lugar siempre me produjo cierto desasosiego. Tal vez porque la claridad no alcanzaba a iluminar el final del local y yo no conseguía distinguir, con nitidez, todo lo que allí había.

Falleció mi abuelo, más tarde el bodeguero, desapareció el negocio, pasaron los años, y yo dejé de frecuentar aquella zona, hasta que una día, por esas "causalidades" de la vida, fui a darme de bruces con aquel extraño lugar. Le habían metido pala mecánica y apenas quedaba un cascarón de lo que antaño fue, apenas un trozo de fachada, ya sin la persiana metálica, sustituida ahora por hiladas de bloques que taponan el vano (aunque la luz, sin techo que la frenara, entraba ya a raudales) y una barandilla de forja, sostenida a duras penas, vestigio del balcón de la vivienda superior: una completa ruina. Pero, curiosamente, jamás llegaron a derribarlo del todo ni a construir nada más allí.


A raíz de este reencuentro, esa misma noche tuve un extraño sueño con aquel lugar, en el qué, venciendo mi aprensión, me atrevía a ascender por la oscura escalera del altillo, pasar por entre los toneles de vino y, empujando una pequeña puerta oculta tras ellos, acceder a una realidad diferente a ésta: Me cegó la intensidad de la luz. Hice pantalla con las manos sobre mis ojos y comencé a distinguir las formas. Si me dicen que jure, yo diría que me hallaba en el interior de una nave espacial. Aunque no se veían mandos ni tableros de instrumentos que lo demostraran, tuve esa certeza.

Unos seres humanos de estatura normal (pensé que todos eran mujeres por la delicadeza de sus rostros) de ojos rasgados, cabellos rubios, minúsculas narices y labios delgados, enfundados en unos monos rojos y negros que se ajustaban perfectamente a sus cuerpos, se movían de aquí para allá sin emitir ningún tipo de sonido. Al percatarse de mi presencia, un grupo de ellos se me acercó, dando muestras de afecto, y me llevaron consigo hacia otra puerta que no llegué a ver abierta porque desperté.

Durante mucho tiempo, las imágenes de ese sueño dieron vueltas y más vueltas en mi cabeza, hasta que leí El Aleph de Jorge Luis Borges, y encontré una solución plausible: ¡Un aleph!*... ¡En la bodega existía un aleph!

Reconozco que por mucho que lo he intentado, nunca conseguí recordar el nombre del bodeguero. Mis familiares y amigos, a los que les habré repetido esta historia incontables veces, pueden dar fe de ello.


Hoy que la ciática me había dado una tregua, aproveché para dar una buena caminata desde la Cruz del Señor, en la parte alta de la ciudad, hasta la zona de la Iglesia de La Concepción, en la baja. A llegar a la confluencia de la Calle Domínguez Alfonso con la pequeña Calzada la Noria, distinguí, al fondo de la misma, lo que resta de la antigua bodega. Pudo más el morbo que el cansancio y ascendí hasta detenerme frente a ella, intentando rememorar el nombre de su dueño ... ¡pero nada! Entonces, venciendo mi natural timidez, me acerqué a un vetusto comercio de confecciones ubicado en la esquina: "Las Tres Bes" (Buenas, Bonitas, Baratas) y me atreví a preguntarle a una mujer mayor que supuse la propietaria:


- ¡Buenos días señora! ¿Podría hacerle una pregunta?

-¡Sí!... dígame.

- ¿Recordará usted, por casualidad, el nombre del dueño de la bodega que existía aquí enfrente?

- Por supuesto. Se llamaba Don Ciro.

Entonces se hizo la luz en mi memoria. A mí, de pequeño, aquel nombre me sonaba a cirio, y me hacia bastante gracia, porque me encantaba (todavía me encanta) jugar con la palabras: Don Vela o Don Follón ¿Cómo se me pudo olvidar?

- ¡Muchas gracias señora! Se lo agradezco infinito. Llevaba más de 30 años intentando recordarlo.
Lo reflejo aquí, porque quiero agradecerle públicamente el dato.

(*) Aleph: Es el nombre de la primera letra del alfabeto hebreo. Pero, según el escritor argentino Jorge Luis Borges, en su cuento del mismo nombre, un aleph es también un lugar muy especial: un punto del espacio que encierra todos los puntos. Un lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. Es el microcosmos de alquimistas y cabalista: el ¡multum in parvo! o lo que es lo mismo ¡mucho en poco!


Miguel Ángel G. Yanes