13/11/11

EL ANIMAL TOTÉMICO

Todos los seres humanos tenemos un animal totémico (que no viene a ser el que más nos guste, ¡no!) sino aquél a través del cual, el espíritu de la naturaleza logra comunicarse con nosotros... y viceversa.



Determinados antropólogos, basándose en los testimonios orales recogidos en sus investigaciones, escribieron que el hombre primitivo tenía una relación muy especial con los animales, y que mediante prácticas rituales o ingesta de enteógenos (sustancias naturales capaces de provocar estados alterados de conciencia), nuestro ancestro recordaba o experimentaba la vida de un animal que él mismo había sido. Y que por lo tanto, ingerir la carne de su animal totémico era equivalente a comerse a un ser de su misma especie, por lo que, en muchas regiones, había un tabú que lo prohibía.

Existe todavía el prejuicio de asociar al hombre primitivo con un hombre simple y sin pensamientos. Pero leyendo el testimonio de varios grandes antropólogos como Claude Lévi-Strauss, nos podemos dar cuenta de la sutil inteligencia y cultura de estos hombres, poseedores de una sabiduría singular y de un nexo con la naturaleza que nosotros ¿seres civilizados? hemos perdido casi por completo.



Yo creo que tuve la inmensa suerte de descubrir a mi animal totémico; fue una tarde de otoño en la que, en la soledad de una vaguada, sentado en la postura de la flor del loto sobre una losa de piedra, intentaba aquietar mi mente para adentrarme en la meditación, cuando vino a sacarme de mi abstracción el graznido  de un ave.

Levanté los párpados y lo vi frente a mí, en el suelo, a escasos metros, posado en una roca redondeada que se me antojó el cráneo perdido de algún dios: ¡un cernícalo!



Nos miramos fijamente unos instantes mágicos, atemporales casi y...¡de repente!... la intensidad de su mirada fue toda una revelación; provocó en mi conciencia la total convicción de que, él y yo éramos la misma cosa. Fue un impacto tremendo sentirme  identificado, en concreto, con aquella pequeña ave de presa, porque ella y el gato (habida cuenta de que mi casa estaba inundada de pájaros) eran los mortales enemigos del mundo de mi infancia; diurno uno y nocturno el otro.

Hay quienes opinan que una persona puede tener diferentes animales totémicos. Curiosamente, en el plano estético, mis animales preferidos son el tigre, el lobo y el águila, o lo que viene a ser lo mismo, si lo extrapolamos al entorno cotidiano: el gato, el perro y... el cernícalo: a fin de cuentas, también felino, cánido y ave de presa. Así que no sé, a ciencia cierta si, además del cernícalo, tendré algún otro animal totémico. 

 

Ya desearía, ya, que fueran los que más me gustan; pues he leído que lo que caracteriza al tigre es  "la agilidad mental", "la astucia" y "la independencia", mientras que al lobo se le identifica con "la fuerza interna" y una innata capacidad para servir de "guía hacia lo sagrado".


Miguel Ángel G. Yanes 

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