17/11/10

¿SOY UN HOMBRE RARO?


Dicen que soy un hombre raro (rarito no, ¡raro!) por mi forma de actuar y porque siempre voy contracorriente. Cuando me lo dicen hasta en mi propia casa, algo de cierto debe haber, pero confieso que me da igual. Puede que casi siempre haya optado por llevarle la contraria a la mayoría: todos para arriba, yo para abajo; todos a la derecha, yo a la izquierda; todos a la sombra, pues yo al sol. Pero que conste que no ha sido por cabezonería, simplemente porque los argumentos que esgrimían los demás no lograban convencerme, mientras que otros, por temor a quedarse solos, aunque no estén totalmente convencidos, se apuntan sin más. Y así ha transcurrido mi vida: sin hacerme rico (creo que tengo lo necesario), sin ser un individuo importante (ni falta que hace), sin haber llegado a ningún sitio (donde quiera que esté, ése es el sitio)... en fin, siendo siempre, como decía mi abuelo paterno, en tono jocoso, "el espíritu de la contradicción".


Pues hete aquí, que tras completar 35 años de vida laboral me he prejubilado y, como le decía recientemente a mi amiga Mª Cleofé Linares: En realidad he comprado tiempo; bastante caro por cierto, ya que ascendió al 30% de mi salario. Lo que no puedo saber es cuánto me va a durar. No obstante no me arrepiento de la decisión tomada, es más, si hubiera podido hacerlo antes, lo habría hecho. Aunque, así a lo tonto, a lo tonto... hace ya 3 años que abandoné ese vicio. Pero no sólo he comprado tiempo, también calidad de vida, y esto me ha permitido dedicarme a escribir, a leer, a pasear, a asistir a actos culturales de toda índole, a visitar de vez en cuando al "Señor de las Cañitas" y alguna que otra vez, coger el coche, sin prisa pero sin pausa, y recorrer otros altares un pelín más alejados, tanto en el norte como en el sur de la isla. Que conste que todo esto se lo debo a Maki, mi mujer, que es quien continúa trabajando (no le queda otra, ya que, el Servicio Canario de Salud no prejubila) amén de que le gusta la labor que desempeña, cabreos aparte. Yo no tuve esa suerte, la de pertenecer a los que, desde mi óptica, son los verdaderos privilegiados de la tierra: aquellos que trabajan en lo que en realidad les satisface. Y es que... trabajar en algo que te gusta y que encima te paguen por ello, debe ser la pera.


He de reconocer que cuando uno no sigue las directrices del Sistema, es como si llevaras un sello en la frente. Quizás por eso me gusta tanto el nombre de Caín, aunque me confiese profundamente panteísta.

¿Seré un hombre raro porque he dejado de ver la televisión (fue un regalo que me hice el día de mi santo)? ¿Porque he retomado en profundidad el hábito de la lectura? ¿Porque he vuelto a recuperar, con nitidez, los sueños? ¿Porque nunca he tenido teléfono móvil? ¿Porque no como carne? ¿Lo seré porque me gustan cosas tan dispares como las motos y la Poesía, los mudras y la música, las montañas y los barcos de vela, las cuevas y las nubes, los peces y los árboles, los lobos y la aurora, las mariposas y la lluvia, las aves de presa y los delfines, los cachorros y las puestas de sol,  las flores y las olas,  la soledad y los tigres? ¿O quizás porque escribo tonterías que, tal vez, nadie lee?

Miguel Ángel G. Yanes

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