18/6/10

GUAGUA

Mi amigo Miguel Ángel Guerrero me ha hecho llegar una curiosa reseña lingüística que, reconozco, yo desconocía.

A pesar que desde pequeño supe que la palabra "guagua", tal cual la empleamos los canarios, procedía de Cuba, y que, de mayor, aprendí también que "guagua" era la forma de llamar a los bebés en algunos países de América del Sur, al parecer proveniente del quechua (wa-wa) que significa niño; desconocía por completo el origen de la acepción que empleamos en las Islas.


He aquí la reseña: 

La palabra "guagua", que para los cubanos significa autobús, viene del inglés Wa & Wa Co. Inc. (Washington, Walton, and Company Incorporated) que fue la primera fábrica estadounidense en exportar autobuses a la Isla. El logotipo de la empresa era una liebre blanca, azul y roja (colores de la bandera norteamericana) y figuraba prominentemente en el frente, fondo y costados de todos sus vehículos.

¡Caramba! Qué casualidad. La abreviatura en inglés viene a ser idéntica a la palabra en quechua.


Esa explicación de la palabra "guagua" me arrastró hasta la infancia. Me llevó a recordar palabras muy nuestras, sacadas de la lectura literal del inglés, como "cambullón" (can buy on) que podríamos traducir como "poder comprar a bordo" en clara alusión al comercio en barcos extranjeros, aunque también era muy común el trueque de objetos y mercancías. En la actualidad dicha palabra ha sido incluida en el Diccionario de la RAE, como proveniente del portugués cambulhado, pasando también a ser sinónimo de "trampa, enredo, chanchullo, cambalache".

Otra palabra que mi memoria rescata de repente es... "patacake".


Allá por los años 60, en los hogares de escasos recursos económicos, las galletas que nos solían dar a los chicos eran las más baratas del mercado: Gabusa, Gullón... pero en alguna ocasión muy especial aparecía una lata o un paquete de "Patacake" (pat a cake) supongo que compradas a algún vecino cambullonero.

Era una golosina deliciosa: galletas de mantequilla (de verdadera mantequilla) recubiertas de azúcar granulado, y que se deshacían en la boca apenas las mordías. Una auténtica "delicatessen".

Miguel Ángel G. Yanes

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