Pues bien, ese libro único, que venía con prólogo de C. G. Jung y prefacio del propio Wilhelm, traía además una colaboración de lujo: un poema introductorio escrito ex profeso por Jorge Luis Borges, titulado “Para una versión del I King”. Fue ahí, en ese soneto genial, donde encontré por primera vez la palabra “ergástula”; en el noveno verso, para pecar de exacto:
…No te arredres. La ergástula es oscura,
No supe a que se refería. ¿Qué era aquella palabra tan hermosa?
...La firme trama es de incesante hierro,
¿Algún tipo de forja? ¿Alguna verja? ¿Una reja tal vez?
…Pero en algún recodo de tu encierro…
¡Válgame Dios!
Y entonces me vinieron a la boca, de repente, todos sus sinónimos, a cual más amedrentador: cárcel, celda, prisión, mazmorra, calabozo…
Miguel Ángel G. Yanes